Amig@s de “Política Gourmet”, ya tenemos a la vuelta de la esquina el trágico-cómico-musical puente “Guadalupe Reyes” con sus posadas, sus peregrinos y sus excesos… ¿qué les parece si vamos preparando la barriga con unos tamales surtidos de chile, de mole, de dulce, de verde? ¡Vamos a prepararlos! Ingredientes: – 2 kilos de masa chaquetera … Continued
Amig@s de “Política Gourmet”, ya tenemos a la vuelta de la esquina el trágico-cómico-musical puente “Guadalupe Reyes” con sus posadas, sus peregrinos y sus excesos… ¿qué les parece si vamos preparando la barriga con unos tamales surtidos de chile, de mole, de dulce, de verde? ¡Vamos a prepararlos!
Ingredientes:
– 2 kilos de masa chaquetera (en San Lázaro hay una miscelánea donde la venden)
– 1 kilo de carne deshebrada de pejelagarto disfrazado de Grinch (por aquello de la temporada navideña)
– 1 litro de caldo hecho con un cubito de KnorrINE
– 16 rémoras traicioneras
– 1/2 cucharada de polvo para hornear ilusos
– 500 gramos de manteca de cerdo comunista
– 1 cucharada de sal bien salada y rancia marca Martí
– 50 hojas de maíz del PRD, PT y MC
Preparación:
La masa chaquetera y el caldo KnorrINE se baten muy bien con la mano o con una batidora de segunda mano comprada en los almacenes B&P (Bejarano y Padierna, porque no tardan en dar el bandazo) hasta que la primera quede totalmente solapada por el segundo. La manteca se tiene que batir también hasta que quede bien esponjosa por su odio al sistema, pero sobre todo por el coraje de no tener presupuesto. Cuando la masa, el caldo y la manteca ya estén a punto se fusionan vigorosamente y se les pone polvo para hornear ilusos para que se esponje la mezcla. A cada hoja de maíz hay que ponerle una cucharada de esta pestilente combinación y no olviden ponerle carne deshebrada de pejelagarto para que todos los tamales agarren un saborcito mesiánico… ¡ah! y los charales traicioneros no pueden faltar, ¿eh? A cada tamal hay que ponerle uno de éstos para que todo mundo les haga el feo al momento de abrirlos y ven que no tienen ni quesito, ni molito, ni pollito, ni nada de eso. Envuelvan bien las hojas para que no se desparrame la masa por ningún lado, métalos todos en una tamalera y déjelos cocer a fuego lento de aquí al final de la Legislatura. Cuando destape la olla se dará cuenta que con pocos (o mejor dicho, nulos) recursos le habrá salido una bancada que nadie querrá tragarse pero que le permitirán presumir sus dotes de cociner@.
¡Provechito!