Distinguidísimos comensales, es hora de entrarle a la muy socorrida vitamina “T”, con la receta de dos muy afamados taqueros, uno gringo y otro mexicano (pero que se siente francés) que últimamente les ha dado por preparar unos tacos muy antihigiénicos e insalubres que han estado muy solicitados por aquellos que no tienen tiempo para … Continued
Distinguidísimos comensales, es hora de entrarle a la muy socorrida vitamina “T”, con la receta de dos muy afamados taqueros, uno gringo y otro mexicano (pero que se siente francés) que últimamente les ha dado por preparar unos tacos muy antihigiénicos e insalubres que han estado muy solicitados por aquellos que no tienen tiempo para ir a comer a sus casitas o que no les alcanza para meterse a comer a algún restaurante.
Como toda buena cocinera, aquí les paso la receta, pero mucho ojo, porque los tacos que preparan estos dos señores, apodados “El Pelucón” y “El Pomadoso” sí pueden provocarles mínimo una gastroenteritis o una tifoidea. Así que coman bajo su propio riesgo.
INGREDIENTES:
- 1 lengua viperina, ofensiva y muy suelta
- 1 trompa de cochino
- 1 embarrada de sesos… ¡pero muy pocos sesos!
- Aceite de odio
- Un manojo de racismo fresco bien picado
- Sal de ignorancia
- Una cebolla homofóbica cortada en cuadritos
- Tortillas de maíz inmigrante al gusto
- Discurso clasista bien hervido
- Salsa verde de demencia
- Salsa roja de desprecio
PREPARACIÓN:
Preparar tacos no requiere de mayor ciencia. Pero en esta ocasión repasemos cuidadosamente la elaboración de este tradicional platillo mexicano para saber cuál de los ingredientes echará a perder toda la receta. Comencemos poniendo la lengua y la trompa en el aceite de odio, para que se frían bien y ya cuando estén a punto de crujir ponerlas a escurrir (sobre un muro, si gusta) y enseguida ponerles la sal de ignorancia. Las ramitas del racismo y la cebolla homofóbica (que deben estar bien frescas), se cortan finamente para que alcancen para todos aquellos que también gusten de ponerle una embarrada de pocos sesos a sus tacos. Pero si ni la lengua ni la trompa les gustan fritas, también las pueden preparar hervidas al vapor de un discurso clasista figurativo y muy intelectualoide.
Y ahora sí, la lengua y la trompa ya están listas. Calientes las tortillas al fuego de las campañas y las redes sociales, que cada quien le ponga la salsa de su preferencia y acompañen sus taquitos con unas buenas melodías de Juan Gabriel.
¡Mal provecho!
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