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El suicidio, decía Albert Camus, es el único verdadero problema filosófico. Un problema en descenso, según el reciente número de The Economist “Staying alive” (https://econ.st/2R6xLiB).

El número de suicidios en el mundo ha bajado 29 por ciento desde 2000, lo que quiere decir que se han suicidado 2 millones 800 mil personas menos.

Los grandes números a la baja se deben, según la revista, a la caída de suicidios de mujeres en India y China, debido a las nuevas oportunidades que tienen para dejar hogares opresivos en el medio rural y jugar su suerte en las ciudades, a salvo de maridos violentos y condiciones familiares de semiesclavitud o sobreexplotación.

Ha descendido también el número de suicidios de hombres maduros en Rusia, por restricciones severas en el consumo de alcohol y a lo que parece ser una nueva cultura, poco rusa, de cuidado del cuerpo, que incluye beber poco eso que el bebedor ruso de siempre considera “bebidas para niñas”.

Otro gran sector de suicidas en descenso es el de los desempleados. El mundo registra, a querer o no, mejores condiciones de estabilidad social y laboral. Nada que ver, globalmente, con los 10 mil suicidios inducidos por la crisis financiera de 2007- 2008.

La revista responde la pregunta de cuánto tarda en incubarse en alguien la idea de suicidarse. Su respuesta es sorpresiva para mí.

Siempre he pensado que se trata de una obsesión melancólica padecida por años. Los testimonios de suicidas supervivientes, muchos más de los que uno cree, muestran lo contrario.

Tres de cada cinco suicidas piensan en quitarse la vida menos de dos horas antes de intentarlo. Uno de cada cinco, lo decide en el minuto anterior. De los 515 supervivientes que se arrojaron del Golden Gate de San Francisco entre 1937 y 1971, 94 por ciento seguían vivos en 1978: no los tentó de nuevo el abismo.

La baja de los suicidios es una tendencia global, civilizatoria. Tiene una gran bolsa de excepción: nada menos que Estados Unidos, donde los suicidios crecieron 18 por ciento desde 2000.

La tendencia mexicana es también negativa: entre 2010 y 2016, los suicidios crecieron 14 por ciento: 41 mil 321 en un sexenio.

Algo está podrido en Norteamérica.