Elecciones 2024
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Sentir una presión en tu cuello, darte cuenta que estás sobre el asfalto caliente, sucio y áspero. Una rodilla encima te comprime el aire, te debilita la vida y te transgrede tu dignidad.

No hiciste nada más que pagar con un billete que resultó ser falso y para tu asombro, el empleado de la tienda cree que lo hiciste intencional y que mereces ser encarcelado por ello.

No robaste, no agrediste a nadie, no huiste, no violentas la situación, solo descubres al mismo tiempo que el encargado de la tienda, que el billete que sacaste de tu cartera, que llegó allí quién sabe de dónde, era falso.

El inicio de tu fin, ni lo imaginas, no lo esperas, no lo piensas. Pero es cuestión de segundos para verte esposado por Derek Chauvin, un policía de tu condado y que actuaría tan combátivo que te dejaría en el piso sin aliento.

Las imágenes todos las hemos visto, el uso excesivo de fuerza, un hombre de 46 años afroamericano, llamado George Gloyd que no se resiste a una detención, y que es puesto en el piso presionado del rostro con la rodilla del policía Dereck Chauvin.

La súplica de Floyd, no fue escuchada. El aire se le acabó y murió allí, frente a las cámaras de seguridad, frente al guardia y otros más a su alrededor.

Hoy Dereck Chauvin está acusado por la oficina del condado Hennepin de asesinato y homicidio involuntario. George Floyd ha muerto y un país entero se ha levantado en protestas por la indignación de la fuerza abrupta del policía blanco hacia un hombre de color.

La violencia policial contra los afroamericanos no es nada nuevo, lamentablemente es una realidad que muchísimas mujeres y hombres han tenido que enfrentar, pero gracias al exceso de cámaras de videoseguridad y de los móviles, hoy son más evidentes y tienen más posibilidad de ser castigadas.

Las protestas en todo el país norteamericano se han extendido incluso hasta Europa en señal de solidaridad contra una triste y penosa realidad: el racismo.

Esta imagen es del fotoperiodista Dai Sugano y editor multimedia del diario Mercurio (The Mercury News). Un instante de las protestas del pasado viernes en Minneapolis.

Una joven afroamericana, vestida con jeans, blusa blanca, tenis negros, con tapabocas de color azul y su celular en su pompa derecha, decidió ponerse de frente a los policías y enfrentarlos con su mirada, con su dignidad, con su origen afroamericano herido y pero fortalecido.

La valentía de quien se acerca a las barreras de policías armados, no la tiene cualquiera. Es suficiente con observar con detenimiento y ver de fondo al resto de las personas que también con una rodilla al piso, levantan las manos frente a la autoridad.

Pero como ella, solo una. A menos de un metro, su mirada busca la de los policías blancos, la de los que se creen superiores, las de los que se creen mejores por ser blancos y estar uniformados. Las miradas de los que creen que pueden agredir con alevosía y ventaja a un hombre negro que solo pagó con un billete falso.

El gesto de hincar la rodilla al piso, tomó mayor fuerza en el 2016 cuando el jugador de americano Colin Kaerpernick de los 49ers lo hizo mientras sonaba el himno estadounidense protestando contra los abusos raciales.

Un símbolo contra el racismo en Estados Unidos, es lo que hace esta joven mujer. Se hinca a una rodilla, pero no baja las dos. No se somete, pero los enfrenta. Coloca los brazos hacia abajo, para darse seguridad y autoprotección. Sus manos juntas señalan su confianza para colocarse allí en la primer línea. No les violenta, pero sí les exige.

Su mirada como arma, como pancarta de protesta, como el mensaje claro que demanda respeto.

Hoy nos hemos vuelto testigos mundiales de casos como este, gracias a la presencia de cámaras de video, y del exceso de cámaras fotográficas en las calles. Hoy este periodista también se jugó su seguridad acercándose para fotografiar esta escena, que podría ser una de tantas con las que se recuerden las protestas que hicieron que la Casa Blanca apagara sus luces y el Presidente Donald Trump tuviera que irse al búnker de seguridad.

Vale la pena seguir al pendiente del trabajo visual de muchos fotoperiodistas allá afuera. El mundo parece estar dándonos eso que siempre quisimos los fotógrafos: adrenalina y mucho peligro en las calles.

Su mirada como arma letal - img-0073-1
Foto: Dai Lungano (Instagram)