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En octubre del año pasado dedicamos una edición de Sin Fronteras al análisis de los efectos secundarios de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China sobre la economía mexicana.

En aquel entonces, apuntamos que aunque la escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China era una mala noticia para la economía global y los mercados, este contexto ubicaba a México en una posición privilegiada.

Vale la pena recordar que la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en septiembre del 2001 significó un cambio de paradigma para el comercio global y México fue uno de los principales damnificados.

Entre el 2001 y el 2003, la participación de las importaciones provenientes de México como porcentaje de las importaciones totales de Estados Unidos pasó de 12 a 10 por ciento.

Adicionalmente, las exportaciones mexicanas a todo el mundo pasaron de crecer 11.4% promedio anual, durante 1990 y el 2003 a una caída de 5% en el 2001 y crecimientos de apenas 1 y 3% anual entre el 2002 y el 2003. Por otro lado, las exportaciones de China a Estados Unidos se duplicaron entre el 2001 y el 2004, pasando de 54,000 millones a 125,000 millones de dólares anuales.

A pesar de la fuerte especialización de algunas industrias manufactureras en México y las ventajas de la proximidad geográfica a Estados Unidos, la entrada de China a la OMC impulsó a muchas empresas estadounidenses a migrar sus plantas a China para aprovechar las ventajas ofrecidas por salarios significativamente menores, un yuan subvaluado y regulaciones ambientales más laxas.

Si bien es cierto que en los últimos años las exportaciones mexicanas venían recuperando competitividad ante China a causa de la apreciación del yuan y los problemas de protección a la propiedad intelectual y transferencias forzadas de tecnología en China, en octubre argumentamos que este proceso se podría acelerar considerablemente como resultado de la amenaza de una guerra comercial prolongada entre China y Estados Unidos.

Adicionalmente, el incremento en los precios del petróleo está generando un considerable aumento en los costos de transporte de mercancías, lo cual vuelve a México aún más atractivo como centro de manufactura y logística para el mercado estadounidense.

De acuerdo con datos del US Census Bureau, México ha podido ganar participación de mercado en casi todos los segmentos de productos donde China ha sido afectado por aranceles, tanto en manufacturas como en materias primas.

Los datos más recientes del US Census Bureau (cifras para el periodo enero 2018-enero 2019) revelan que las importaciones provenientes de México crecieron 10% para alcanzar una cifra récord de 348,300 millones de dólares, mientras que las importaciones de China crecieron apenas 5% para alcanzar 535,500 millones de dólares.

Con estas cifras, la participación de las importaciones mexicanas como porcentaje de las importaciones totales pasó de 13.4% en enero del 2018 a 13.7% en enero del 2019, mientras que la participación de China cayó de 21.6 a 21.0 por ciento. Sin embargo, conforme el fin de la escalada comercial se acerca, México tiene que trabajar arduamente en mejorar la competitividad de nuestro sector exportador fortaleciendo el Estado de Derecho y generando un entorno de certidumbre y estabilidad para la inversión privada (tanto nacional como extranjera). No podemos confiar en que la mejoría en la competitividad esté principalmente relacionada con factores exógenos.