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Creen que si se lanzan al abismo, el que muere es el abismo. Florestán

Quiero retomar un caso del que ya había hablado, por el peso que adquiere al paso del tiempo y la realidad que retrata, que siempre se esconde en discursos, reproches y la ley del embudo, dos pesas y dos medidas para casos similares.

De un lado, la autoridad de Estados Unidos y del otro la mexicana, cuya simple enunciación dibuja una asimetría, aunque los discursos de los gobiernos de ambos países exalten una igualdad irreal.

Botón, de una larga botonadura, es el caso de El Güero Palma, socio y sucesor de El Chapo Guzmán, detenido en una casucha de Nayarit en 1995, cuando el Lear Jet en el que viajaba de Tijuana a Toluca se desvió tras un pitazo de que la policía lo esperaba en el aeropuerto mexiquense para detenerlo. La falta de combustible obligó a su piloto a aterrizar de emergencia en una milpa en la que murieron los tripulantes, sobreviviendo Palma, herido, y dos de sus escoltas.

Fue sentenciado, en 2007 extraditado a Estados Unidos y allí condenado a 16 años de prisión.

Hace unos días se conoció que por su buena conducta la autoridad carcelaria le había perdonado siete años de cárcel y saldrá libre el 11 de junio, a los 55 años, y que podrá regresar a México, pues aquí no tiene ningún proceso pendiente.

El gobierno mexicano ha guardado silencio ante esta decisión de una instancia carcelaria, ni siquiera de un juez, a diferencia de la liberación que logró Rafael Caro Quintero, quien detenido en 1985 por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y del piloto Alfredo Zavala, fue sentenciado a 40 años.

Sin embargo, el 9 de agosto de 2013, tras 28 años de reclusión, el primer tribunal colegiado de circuito, en Jalisco, lo liberó al considerar como fallo que lo procesaran en el fuero federal, no en el local, y el narcotraficante salió de la cárcel por la puerta principal, como El Güero Palma saldrá el 11 de junio por la del penal de Atwater, en California.

El gobierno de Estados Unidos criticó la liberación de Caro Quintero y hasta ahora el mexicano no ha dicho una palabra del perdón a Palma.

Son, le decía, las dos pesas y las dos medidas.

RETALES

1. Pozo. A los cinco días de su liberación, el 14 de agosto de 2013, la PGR solicitó una orden de aprehensión con fines de extradición contra Caro Quintero, desde entonces prófugo;

2. Visita. El presidente Peña Nieto iba a viajar el miércoles por la noche a la zona de la tragedia en Coatzacoalcos, cuando le recomendaron que, por la oscuridad, el cierre de la zona y el riesgo natural, pospusiera la visita para ayer, como lo hizo al terminar la reunión de la mariguana; y

3. Plazo. A partir de mañana quedan cinco días a este periodo ordinario del Congreso que cierra el día 30. Al menos ayer el Senado sacó la Ley de Transparencia. Pero son más los pendientes que los días. Lo de siempre.

Nos vemos el martes, pero en privado

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