Durante los últimos días hemos sido testigos de un pequeño ajuste en los mercados de renta variable y renta fija a nivel global. Sin embargo, este pequeño ajuste se da después de una racha alcista que ha llevado a los mercados accionarios a máximos históricos y de un rally muy considerable en los mercados de … Continued
Durante los últimos días hemos sido testigos de un pequeño ajuste en los mercados de renta variable y renta fija a nivel global. Sin embargo, este pequeño ajuste se da después de una racha alcista que ha llevado a los mercados accionarios a máximos históricos y de un rally muy considerable en los mercados de renta fija.
A pesar del reciente ajuste, el S&P 500 ha tenido un avance de aproximadamente 16 por ciento en los últimos 12 meses, mientras que la tasa que paga el bono del Tesoro de 10 años pasó de un máximo de casi 3.0 a 2.4 por ciento (es importante recordar que la tasa que pagan los bonos es inversamente proporcional a su precio).
Si nos remontamos a los últimos cinco años, el rendimiento del S&P 500 es superior a 90 por ciento, mientras que la tasa del bono de 10 años ha bajado de casi 4 a 2.4 por ciento.
Históricamente, no es fácil encontrar periodos prolongados en los que tanto el mercado de renta variable como el mercado de renta fija muestren una tendencia alcista tan pronunciada de manera simultánea.
Normalmente, un mercado accionario alcista refleja cierto optimismo sobre la perspectiva de crecimiento económico, mientras que un mercado de renta fija al alza refleja preocupación por una posible desaceleración en el ritmo de actividad económica o preocupación por presiones inflacionarias futuras.
Cuando se presenta esta situación, hay tres posibles conclusiones: i) el mercado de acciones está subvaluado; ii) el mercado de bonos está sobre-valorado o iii) una combinación de ambas.
No es la primera vez que el comportamiento del mercado de renta variable y el de renta fija nos dan señales encontradas. Esta situación se dio durante gran parte de la segunda mitad de la década anterior, el mercado de bonos implícitamente señalaba una posible desaceleración en el ritmo de la actividad económica, mientras que el mercado accionario, en plena burbuja, parecía ajeno a esta posibilidad. En este periodo fue el mercado de bonos el que terminó anticipando de manera correcta el comportamiento de la economía, mientras que el mercado de renta variable estaba sobrevalorado.
Sin embargo, en esta ocasión, el rally paralelo en los mercados accionarios y de bonos ha tenido una explicación muy lógica y directamente atada a la expansión monetaria por parte de la Reserva Federal.
Por un lado, el rally en el mercado de renta fija se explica por los estímulos monetarios sin precedentes por parte de la Fed, que han mantenido las tasas de corto plazo en mínimos históricos y la expectativa de que dichos estímulos se mantendrían por un periodo prolongado.
Por el otro lado, el rally del mercado accionario se puede explicar por la enorme liquidez creada por la Fed y por el bajísimo costo de oportunidad que implica un nivel de tasas de interés tan bajo.
Sin embargo, el fin de las inyecciones de liquidez por parte de la Fed y el inminente comienzo de un ciclo de alza en las tasas de interés amenazan tanto al mercado accionario como al mercado de bonos. Por un lado, la normalización de las tasas de interés de corto plazo casi siempre trae un alza en las tasas de largo plazo —a menos que se invierta la curva de tasas— y por lo tanto una disminución en el valor de los bonos de largo plazo.
Por otro lado, el mercado accionario también podría resentir el retiro de liquidez y el alza en el costo de oportunidad que implica una tasa libre de riesgo más alta.
Sin embargo, parece que el mercado de renta fija está en una situación más vulnerable, ya que el mercado accionario podría encontrar apoyo ante la mejoría en las expectativas de crecimiento económico.
Después de cinco años de batalla entre la liquidez y la incertidumbre económica, ahora la batalla se dará entre el retiro de la liquidez y la recuperación de la economía.