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La semana pasada el INEGI dio a conocer los datos preliminares del PIB para el segundo trimestre de este año, revelando incipientes señales de recuperación.

La cifra de crecimiento con respecto al segundo trimestre del 2013 fue de 1.6 por ciento, un poco por arriba de los estimados de mercado. Sin embargo, dicha cifra se vio afectada de manera negativa por factores estacionales ya que el segundo trimestre del 2014 contó con menos días laborales que el mismo trimestre del año pasado.

Adicionalmente, no debemos olvidar que la base de comparación es relativamente baja ya que el segundo trimestre del 2013 tuvo un desempeño todavía débil, en comparación con el 2011 y el 2012, relacionado al rezago del gasto y la inversión pública que caracteriza a los primeros años de cada sexenio.

La cifra que en la opinión de este columnista da una mejor lectura del ritmo de expansión de la economía, es la que mide el crecimiento de manera desestacionalizada contra el trimestre inmediato anterior; es decir, el primer trimestre de este año. Dicha cifra desestacionalizada registró un crecimiento de 1 por ciento, la cual compara favorablemente contra 0.5, 0.7, 0.2 y 0.5 por ciento de los últimos cuatro trimestres.

Asimismo, al anualizar la cifra de 1 por ciento de este segundo trimestre, al estilo de la publicación de las cifras del PIB en Estados Unidos, se obtiene un crecimiento de 4.2%, sin duda la mejor cifra en lo que va del sexenio. Estos datos parecen validar las incipientes señales de recuperación identificadas hace tres meses que se publicaron las cifras de crecimiento del primer trimestre.

En ese momento mencionamos que los datos de la balanza comercial apuntaban a una recuperación importante de la demanda externa reflejada en un fuerte repunte en las exportaciones manufactureras.

Las cifras del segundo trimestre también fueron impulsadas por la industria manufacturera que creció a una tasa de 2.4 por ciento, contrarrestando la aún persistente debilidad del sector de la construcción y de la minería. Sin embargo, cabe resaltar que estos últimos dos sectores presentaron una menor tasa de decremento que en trimestres anteriores, lo cual podría ser señal de que una parte importante del componente doméstico de la actividad económica podría estar llegando a un punto de inflexión.

Con la cifra del segundo trimestre, el crecimiento económico para el primer semestre del año alcanzó un ritmo de 1.7 por ciento contra el mismo semestre del año anterior. Sobra decir que para que la economía mexicana pueda crecer a una tasa anual de 2.7 por ciento -meta refrendada por la SHCP después de la publicación de las cifras del segundo trimestre- es necesario que la actividad se acelere de manera considerable en la segunda mitad del año.

Esta situación se antoja factible en la medida que la economía estadounidense continúe acelerando su ritmo de crecimiento -como esperan la mayoría de los especialistas y como apuntan las cifras recientes de actividad manufacturera en ese país para julio y agosto- y en la medida que los vientos en contra desatados por la reforma fiscal, que han tenido un impacto negativo en la confianza del consumidor y de los empresarios, se vayan absorbiendo.

La meta de 2.7 por ciento de la SHCP se ve aún como un reto complicado pero más alcanzable que hace unos meses.