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El salario mínimo en México equivale a 129 dólares mensuales. Es el tercero más bajo en la región de América Latina y el Caribe, sólo por encima de los de Cuba y Haití. Estamos muy lejos de los niveles que se pagan en Europa, Estados Unidos o Japón, también a gran distancia de los 744 dólares mensuales que vale el mínimo en Panamá o los 430 dólares de Chile.

En materia de salario mínimo estamos mal, pero estábamos peor hace tres años. Del 2015 a la fecha, ha habido una recuperación de más de 5 por ciento respecto a la inflación. Esta mejora ha costado mucho trabajo, pero es casi insignificante, cuando se compara con la caída de 70 por ciento que ha experimentado el mínimo desde la década de los 80 a la fecha.

¿Es posible incrementar el salario mínimo sustancialmente sin “descomponer” la economía? La Coparmex, que preside Gustavo de Hoyos, ha lanzado una propuesta que merece discutirse a profundidad: establecer una especie de pacto nacional para duplicar el salario mínimo desde ahora hasta el 2030. Pasar en 12 años de los 80 pesos diarios de ahora hasta un mínimo de 162 pesos (en cifras constantes del 2017).

El camino para conseguirlo sería un incremento anual que estaría entre 5 y 10 pesos, por encima de la inflación. “Se trata de subir el salario mínimo y llevarlo a niveles de dignidad”, dice Gustavo de Hoyos, “el incremento tendría efectos económicos positivos, porque impulsaría el mercado interno y, también, podría mejorar el ánimo social”.

Los argumentos de De Hoyos van en la misma dirección que los expresados por Salomón Chertorivski, secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México. Ambos coinciden en minimizar el riesgo inflacionario, “se ha exagerado el impacto en los precios”, afirma Chertorivski.

La novedad más importante de la propuesta de la Coparmex es poner el horizonte del 2030. Es casi una excentricidad trazar una ruta de 12 años con compromisos anuales. Vivimos en un país donde los tiempos más largos se miden en sexenios y las decisiones estratégicas dependen de las coyunturas.

¿Tendrá mejora fortuna la propuesta de la Coparmex de la que tuvo el gobierno de la Ciudad de México? De entrada, podemos apostar a que no tendrá el apoyo del Banco de México. El gobernador Agustín Carstens ha insistido en el riesgo inflacionario de un incremento a los mínimos. Quien sea su sucesor, con toda probabilidad, mantendrá esa posición. La cuestión es si tendrá el mismo poder y la misma autoridad que Carstens en el debate económico.

¿Cómo reaccionará el sector obrero? “Para mi sorpresa, el sindicalismo oficial era opositor”, me confesó Chertorivski. Quizá siga siéndolo, pero la renegociación del TLCAN hace circular otros aires. De Estados Unidos y Canadá vendrá presión para mejorar sueldos y condiciones laborales. El gran misterio es cómo se procesará acá esa presión.

Los organismos empresariales están divididos. En abstracto, los empresarios coinciden en la necesidad de mejorar los sueldos. En la práctica, la mayoría se ha acostumbrado a una situación donde la contención salarial es una de las ventajas competitivas. Una minoría piensa que este esquema no es sostenible y apuesta por el cambio. El que Gustavo de Hoyos sea dirigente empresarial no debe llevarnos a engaño. El presidente de la Coparmex no tiene apoyo significativo en la cúpula empresarial, asentada en el Consejo Coordinador Empresarial, que preside Juan Pablo Castañón.

¿Sí o no? Vale la pena discutirlo. Es un asunto económico, ético y de sentido común.