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El viernes pasado, el INEGI dio a conocer los datos preliminares del PIB en México para el cuarto trimestre del año pasado, revelando una aceleración en el crecimiento con respecto al tercer trimestre del mismo año. La cifra de crecimiento con respecto al cuarto trimestre del 2013 fue de 2.6 por ciento, en línea con el consenso de estimados del mercado. Dicha cifra se compara favorablemente contra 2.2 por ciento observado en el tercer trimestre del año pasado y representa la mejor lectura desde el cuarto trimestre del 2012. La cifra de crecimiento secuencial desestacionalizada -es decir, contra el trimestre inmediato anterior, que en la opinión de este columnista dan una mejor lectura del ritmo de expansión de la economía— también muestra una aceleración interesante.

Durante el cuarto trimestre del 2014 la economía registró un crecimiento de 0.7 por ciento con respecto al tercer trimestre del mismo año, lo cual implica un crecimiento anualizado de 2.7 por ciento que es superior a 2.1 por ciento observado en el tercer trimestre del año. Con esta aceleración en el crecimiento durante el cuarto trimestre, la cifra de crecimiento para el 2014 alcanzó 2.1 por ciento. Durante el cuarto trimestre, el crecimiento fue principalmente impulsado por el sector manufacturero y la construcción, que se expandieron a tasas trimestrales ajustadas por estacionalidad de 5.1 y 7.3 por ciento respectivamente, mientras que el sector minero sigue acelerando su caída —en esta ocasión presentó una caída de 8.5 por ciento— como consecuencia de la contracción en la producción de petróleo.

La dinámica detrás de las cifras del cuarto trimestre, en especial las de la industria manufacturera, indica que la economía mexicana debería tener un desempeño en el 2015 mucho más robusto que en el 2014, y que el PIB debería crecer por arriba de 3 por ciento.

Aunque la mayoría de los analistas esperaba que la SHCP redujera su pronóstico de rango de crecimiento para el PIB en el 2015, la dependencia lo mantuvo en 3.2-4.2 por ciento. Esto contrasta con la reciente revisión que hizo el Banco de México de un rango de 3-4 por ciento a un rango de 2.5-3.5 por ciento y con las encuestas más recientes del sector privado, donde el promedio de expectativas se ha reducido de 3.4 por ciento a finales del año pasado a 3.1 por ciento en las encuestas más recientes.

Durante el 2015, el ritmo de crecimiento económico estará principalmente determinado por una lucha entre la dinámica positiva en la industria manufacturera y la continua caída en el valor de la producción de crudo.

Aunque la expectativa de la mayoría de los analistas es que el recorte en el gasto público no tenga un impacto directo en el PIB superior a 0.5 por ciento, debemos recordar que una gran parte del ajuste se dará en los programas de inversión de Pemex, lo que no ayuda en lo más mínimo a estabilizar la caída en la producción de crudo que se observa desde hace años, lo cual sugiere que el impacto negativo del recorte podría ser mayor al anticipado.

Aunque el 2014 fue un año decepcionante desde el punto de vista de crecimiento, y a pesar de que el 2015 comienza con revisiones a la baja en las expectativas de crecimiento, en las cifras del tercer y cuarto trimestre del año pasado hay algunos indicios positivos que podrían contribuir a que la economía crezca por arriba de lo que espera el consenso.

En concreto, el impacto de la aceleración en la economía estadounidense y la renovada competitividad del peso a raíz de su depreciación contra el dólar podría contrarrestar el impacto negativo del recorte en el gasto público y del continuo declive en el valor de la producción de petróleo en México.