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Como político de éxito, el presidente tiene saliva ligera y estomago duro para explicar la llegada de médicos de Cuba. Pero esos médicos son mano de obra esclava y su compra viola el T-MEC, con Canadá y EU, que deja aquí 500 mil millones de dólares anuales.

Ya sucedió en 202º, con los que vinieron tres meses, por la pandemia: el gobierno mexicano le pagó al gobierno cubano 10 mil 700 dólares mensuales por médico, pero éstos recibieron solamente 220 dólares, y sólo al llegar allá.

El T-MEC, que entró en vigor el 1 de julio de 2020, incorporó un artículo (23.3, Derechos Labores) para erradicar el trabajo forzoso u obligatorio. Si uno de los tres países firmantes detecta alguna labor realizada con esas prácticas, debe impedir exigir sanciones.

Aunque no es sólo con la contratación de médicos cubanos que la actual administración mexicana promueve el trabajo esclavo en la isla: lo hace también con el dinero que le entrega a La Habana, a través del programa Sembrando Vida.

El régimen cubano recibe dólares del gobierno mexicano y paga a los jóvenes cubanos en pesos locales, que ni siquiera en la isla valen. La moneda corriente es el euro: el gobierno se queda con los dólares para operar las compras que le hace a Estados Unidos.

Es decir, el gobierno mexicano viola sus propios preceptos de que el dinero de sus programas sociales sea entregado directamente a los beneficiarios, sin intermediarios, para impedir que alguien se los robe por el camino.

Porque los jóvenes cubanos no reciben el dinero en la mano, sino después de haberlos entregado el gobierno mexicano a las autoridades cubanas y, éstas, les dan luego a sus jóvenes una minucia, en pesos cubanos.

El gobierno mexicano estimula un mecanismo de control social inhumano, por parte de un gobierno extranjero, que prohíbe a sus ciudadanos la propiedad privada y la libertad de empresas para poder procurarse sostén ellos mismos.

El gobierno cubano no es confiable, porque, con el cuento de preservar su soberanía, no se somete a reglas universales civiles, jurídicas, económicas ni de transparencia a las que, por ejemplo, sí se somete México, en cumplimiento de tratados internacionales.

El régimen cubano no lo hace para evitar explicaciones sobre el uso de mano de obra esclava, o su sistema de tratamiento a los detenidos, con base en torturas, trabajos forzados, posturas dolorosas, incómodas o degradantes; o agresiones físicas.

En este momento, en que el gobierno mexicano intenta refaccionar a la dictadura cubana, ésta tiene mil 167 presos políticos, todos los cuales sufren algún tipo de tortura, desde la privación intencional del sueño hasta la de comunicación con la familia.

Para defender eso, despliega el presidente sus mejores artes.