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Lo investigan Cofece, UIF y el SAT, pero este empresario se siente tan impune que hasta le puso su apellido a la empresa: CITAPIA, que tiene invertidos 400 millones de dólares en la refinería de Dos Bocas.

La empresa insignia del empresario Juan Carlos Tapia se las ingenió para crear un grupo de filiales para evadir inhabilitaciones y escándalos, por su relación directa con el caso Odebrecht y con Emilio Lozoya.

Tapia es el empresario consentido en la obra que es niña de los ojos de un gobierno que (oh, casualidad), durante el primer semestre de 2022, otorgó a dedo ocho de cada 10 contratos de nuestra obra pública.

Aunque el apapacho a Tapia llama poderosamente la atención, pues CITAPIA aparece en el coco de este gobierno: la presunta entrega de dinero en efectivo para la aprobación de la reforma energética de Peña.

Incluso, la 4T la inhabilitó y multó por haber trabajado con Odebrecht, lo cual la impedía legalmente para competir por contratos con el gobierno. Sin embargo, está en Dos Bocas, con 400 millones de dólares.

Sí: tenía prohibido participar en esa obra, junto con las otras empresas sancionadas por la 4T con 206.6 millones de pesos por ligas con Odebrecht, que es la bruja de Blancanieves de esta administración.

Pero la propia 4T hizo la vista gorda y benefició a su propietario en la refinería de Paraíso, a través de otra compañía suya, Mexicana de Recipientes a Presión SA de CV, según el folio PTI-ID-S-007-2019.

También, mediante Manufactura Especial y Proyectos Industriales SA de CV, gracias a la anuencia de Leonardo Cornejo Serrano, quien es subdirector de Proyectos Industriales de Pemex.

En cambio, las otras empresas inhabilitadas por sus vínculos con Odebrecht siguen proscritas, como Technip México y su filial Technip Stone & Webster Process Technology, o Global Offshore México.

Pero Juan Carlos Tapia ayudó a que lo ayudaran, ya que el 18 de noviembre de 2020 le cambió el nombre a su empresa insignia por Proeso, que significa Procesos Especializados y Proyectos SA de CV.

Como otros integrantes de lo que el presidente llama “la minoría rapaz”, era empresario mimado antes y también hoy: en diciembre de 2012 ganó un trato de 53.9 millones de dólares en la Refinería de Cadereyta.

No importó que el Órgano Interno de Control Pemex Refinación lo acusara de “presentar información falsa para obtener beneficio o ventaja” (Art. 8 fracción 8va, Ley Federal Anticorrupción Contrataciones Públicas).

Al contrario, de 2015 a 2017 obtuvo contratos en la Refinería Miguel Hidalgo y, antes, desde 2011, ganó 13 contratos por más de tres mil 500 millones de pesos refinerías y terminales de Pemex Refinación.

O sea, que CITAPIA está ganando….

Como siempre.