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El presidente tuvo 20 horas para responder al huracán que hundió Acapulco por unos 10 años. Si hubiese estado al pendiente, habría sabido que, a las 3.00 am, Otis era categoría 4, y a las 6.00 am, ya era categoría 5. En su Iphone habría visto esos datos en @NWSNHC.

¿Qué para eso los Jefes de Estado tienen científicos expertos en pronósticos, servicio de satélites de tecnología de punta, Centro Meteorológico Nacional, Secretaría de Medio Ambiente, Comisión Nacional del Agua? Este Jefe de Estado los tiene, pero no los usa.

México es dirigido únicamente por la inspiración del presidente: el propio presidente lo informa a diario de viva voz:

“Yo personalmente, en el caso de Ayotzinapa, como además no tengo duda que hay injerencia de estos grupos conservadores, yo personalmente estoy conduciendo ya la investigación”, dijo el pasado 12 de octubre.

“No hace falta espectáculo en el Senado. La ministra presidenta de la Corte no tiene que ser recibida por los senadores para que defienda los fideicomisos que le están quitando a la Corte, su visita puede significar falta de respeto a quienes asisten”, decidió el martes.

“Decidí inundar zonas indígenas, a los más pobres, no a Villahermosa. Se perjudicó a los chontales, los más pobres, pero tenía que tomar una decisión, donde vive la mayoría de la gente se evitó una inundación mayor”, admitió 15 de noviembre de 2020.

“Liberé a Ovidio Guzmán. Tengo la conciencia tranquila, voy a ir a exponer mis razones del por qué no a la violencia. Tomé la decisión porque estaban en riesgo muchos ciudadanos”, informó el 22 de octubre de 2019.

Habría podido adelantar su respuesta al desastre de Otis, de la misma manera que toma, el solo, estas decisiones, sin contar con el engranaje institucional, la estructura judicial, científica, todo lo que aporta el Estado para la toma de decisiones de Estado.

Igual, de haber razonado con todos los niveles de gobierno, organizaciones civiles y cámaras legislativas, no habría eliminado en 2021 el Fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales, y repartido, a su personal decisión, los 74 mil millones de dólares que allí había.

Hoy, aquel el dinero desaparecido sería usado para iniciar la recuperación de Acapulco, empezando por gastar en ponerle gasolina a un helicóptero: que el jefe de Estado hubiera llegado rápido al centro de la tragedia: pero su coche se atascó en el camino.

Las decisiones personales del presidente de México traen consecuencias nefastas, como cuando dijo que el Covid-19 “ni siquiera es equivalente a la influenza”. Sin embargo, el Covid-19 cobró la vida de un millón de sus gobernados, muchos de los cuales le creyeron.

Y, la verdad, sólo habría tenido que picarle a @NWSNHC: sólo eso.