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El fin de semana pasado se llevó a cabo la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en Washington DC, con la asistencia de los ministros de finanzas y dirigentes de bancos centrales de las principales economías. Por segundo año consecutivo, el tono de las discusiones sobre el entorno económico fue uno de cautela y crecientes riesgos de desaceleración. Lejano parece el escenario de hace dos años en el que la economía global parecía por fin haber salido de su letargo para doblar la esquina y dejar atrás el constante riesgo de recaída.

Aunque el actual ciclo de expansión supera la década, convirtiéndose en uno de los más longevos de la historia, la actividad económica a nivel global atraviesa un proceso de desaceleración sincronizada que amenaza con convertirse en recesión en algunos bloques económicos.

Este proceso de desaceleración sincronizada es atribuible a diversas causas, pero la principal es, sin duda, la incertidumbre geopolítica generada por la agenda proteccionista y populista de algunas potencias económicas.

La guerra comercial protagonizada por las dos economías más grandes del planeta, Estados Unidos y China, y la percepción de que Estados Unidos ha dejado de ser un socio comercial confiable, que juega bajo un sistema de reglas internacionales establecidas, han tenido un fuerte impacto negativo en los flujos de comercio e inversión a nivel internacional.

Aunque las tensiones comerciales han disminuido de su pico hace un par de meses, el riesgo de un nuevo rompimiento en las negociaciones está siempre presente. Los bloques económicos más afectados por esta situación han sido los grandes exportadores como Asia emergente, la eurozona y otros mercados emergentes.

Asimismo, los sectores más golpeados han sido aquellos que dependen de una cadena de suministro global como las manufacturas. Por ahora, el principal motor de la economía global es el consumidor estadounidense que se ha visto fortalecido por un mercado laboral en pleno empleo y una ligera aceleración en el crecimiento de los salarios reales.

Sin embargo, la incertidumbre geopolítica está incrementando la probabilidad de una desaceleración más profunda y duradera que podría convertirse en recesión en algunas regiones. Esta situación ha provocado una reacción de las autoridades monetarias de los principales bloques económicos que han revertido sus planes de normalización de política monetaria para implementar nuevas medidas de estímulo.

Las autoridades fiscales no han podido hacer lo mismo porque su arsenal de política económica quedó más limitado después de la última década. En concreto, el FMI revisó los estimados de crecimiento global para el 2019 a 3.0 desde 3.2% en su revisión de julio y 3.7% en su estimado de octubre del 2018.

Asimismo, el FMI revisó su estimado para el 2020 de 3.5 a 3.4%, pero destacó que existen riesgos que hacen más probable que estos estimados sean revisados nuevamente a la baja en los próximos meses.

Para Estados Unidos, el estimado del 2019 se revisó a la baja de 2.6 a 2.5%, mientras que el del 2020 se reviso al alza de 1.9 a 2.1 por ciento. En el caso de la eurozona, los estimados se redujeron en el 2019 (de 1.3 a 1.2%) y en el 2020 (de 1.6 a 1.4 por ciento).

En el caso de Japón, los pronósticos se mantuvieron prácticamente sin cambio en 0.9% para el 2019 y 0.5% para el 2020. En el caso China, el FMI redujo su estimado de crecimiento para el 2019 de 6.2 a 6.1% y el 2020 de 6.0 a 5.8 por ciento.

En el caso de México, las proyecciones fueron ajustadas a la baja en ambos años, de 0.9 a 0.4% para el 2019 y de 1.9 a 1.3% para el 2020. Las revisiones para México, junto con Arabia Saudita, Brasil y Rusia, fueron de las más profundas donde se incorporan elementos adicionales de incertidumbre a nivel doméstico.