Elecciones 2024
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La reforma energética tiene enormes retos de implementación. En los próximos meses, tendrá uno más.

Hay 70,000 millones de dólares comprometidos en proyectos de inversión asociados a la reforma energética, dijo el presidente Peña Nieto, el viernes 3 de marzo, mientras se celebraba la asociación de Pemex con la australiana BHP Billiton para explotar campos en aguas profundas.

Dos días después, Andrés Manuel López Obrador dijo en Nayarit: “Los de la mafia en el poder están nerviosos de que se va a regresar al pasado…regresar al pasado implica buscar que se revoque la reforma energética…debe ponerse a consideración del pueblo”.

¿Qué tan en serio debemos tomar este discurso de López Obrador? La cuestión importa porque el presidente de Morena encabeza las encuestas rumbo al 2018. No es un actor de reparto en el escenario, sino el aspirante a vencer. Sus palabras importan, también, porque son un aviso: la campaña del 2018 se podría convertir en un referéndum sobre la reforma energética. Es la más ambiciosa de las reformas estructurales y también la más vulnerable. Está dando sus primeros pasos y viviendo la curva de aprendizaje. Las inversiones captadas ahora madurarán en cinco o 10 años. Sus resultados más importantes se verán en el mediano y largo plazos.

En estos días, esta reforma es la mas cuestionada de las reformas estructurales que impulsó Peña Nieto. Menos de la mitad de los mexicanos la aprueban. En el ánimo de la inmensa mayoría sigue pesando el gasolinazo. Pocos lo relacionan con una acción responsable en el manejo de las finanzas públicas. Se percibe como una traición del Gobierno. Para quienes creen que el pueblo mexicano no tiene memoria, es una revelación comprobar hasta qué punto recuerdan aquellos spots del 2013 donde el presidente decía “con la reforma se acabaron los gasolinazos”.

López Obrador se apunta para ser el candidato de oposición a la reforma energética. No le será complicado sumar adhesiones porque promete el regreso a un pasado mítico donde la gasolina y la luz eran baratas. En sus cuentas, el combate a la corrupción es algo parecido a las minas del Rey Salomón: una fuente de abundancia inagotable. De ese combate saldrán los recursos para pagar casi todo.

Hay un riesgo real de que ningún candidato se apunte como defensor de la reforma energética. El tema es complejo y difícil de comunicar a una población que tiene razones para estar enojada. El que aspire a defender la reforma energética debe pedir fe en un proceso que producirá resultados inciertos en el mediano plazo. Si aprendió algo del Brexit y del fracaso de Hillary, sabrá que no puede utilizar muchas cifras ni presentar cuadros complejos. El debate democrático del siglo XXI requiere argumentos que quepan en 140 caracteres… ideas que puedan ser explicadas con peras, manzanas o frutas. Es muy eficaz el video de AMLO donde compara la producción de gasolina con la de jugo de naranja. Es tan eficaz que esconde la falacia: en la industria petrolera, la producción de petróleo tiene márgenes mucho mayores que la producción de gasolina. Hablar de jugo de naranja confunde pero suma simpatías.

La reforma energética tiene enormes retos de implementación. En los próximos meses, tendrá uno mas: aprender a lidiar con el factor AMLO. Él meterá incertidumbre en los inversionistas potenciales porque no garantiza que la reforma continuará, en caso de que él gane las elecciones del 2018. No crean que es mera retórica de campaña. Ya vieron lo que pasó con Trump.

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