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El rebrote del Covid-19 en EU hace difícil lograr una reactivación sostenible.

El resurgimiento veraniego del Covid-19 en Estados Unidos continúa exacerbándose y el número de casos diarios supera ampliamente a los momentos más álgidos observados en abril y mayo.

El fuerte rebrote en varios estados que optaron por la reapertura ha provocado la reconsideración de algunas medidas de distanciamiento social y ha puesto en duda la ansiada recuperación económica en forma de “V”.

En contraste con varios países europeos y asiáticos que tomaron medidas más drásticas de confinamiento en un inicio seguidas de reaperturas graduales con estrictas medidas de pruebas, rastreo y cuarentena, Estados Unidos optó por delegar el combate al virus a los gobernadores, lo cual generó mensajes confusos para gran parte de la población.

La prisa por reiniciar la actividad económica se está topando con una fuerte dosis de realidad: mientras no se contenga la pandemia será difícil lograr una reactivación sostenible de la actividad económica. Las cifras del PIB del segundo trimestre del año en Estados Unidos –cuya primera estimación se publica esta mañana– podrían mostrar una contracción trimestral anualizada de aproximadamente 35 por ciento.

Hasta hace un par de semanas, el consenso de mercado era que el paquete de estímulos fiscales y monetarios sin precedentes alcanzaría para generar las condiciones necesarias para iniciar un fuerte rebote a partir del tercer trimestre. Esta tesis parecía estar generando tracción, ya que los datos de actividad manufacturera, consumo y empleo de mayo y junio comenzaron a mostrar una mejoría notable.

Sin embargo, el fuerte rebrote de Covid-19 observado en julio y las medidas para contenerlo están poniendo en riesgo la magnitud de la recuperación, aumentando la probabilidad de una recuperación en forma de “W”, también conocida como double dip.

Esta situación ha obligado al gobierno a considerar una nueva ronda de estímulos fiscales –que está siendo discutida en el Congreso. Aunque aún no hay un consenso entre republicanos y demócratas sobre la magnitud y mecanismo de implementación de esta nueva ronda de estímulos, la pregunta no es si habrá nuevas medidas sino cuándo estarán listas y como se distribuirán los recursos.

La demora en la discusión e implementación del nuevo paquete podría tener un impacto tangible en la actividad económica.

Este contexto también está contribuyendo a que el mercado comience a descontar que la Reserva Federal (Fed) modificará su forward guidance, en la que ha señalado que mantendrá las tasas de referencia en el nivel actual hasta por lo menos el cierre del 2022. Ahora el mercado espera que la Fed indique que mantendrá las tasas de referencia en cero hasta que la inflación supere, y se mantenga consistentemente, por arriba de la meta de 2.0%, lo cual podría ser muy posterior a diciembre del 2022.

La debilidad de los indicadores económicos no se ha reflejado en los mercados accionarios que siguen apostando a que las autoridades fiscales y monetarias seguirán aventando carretadas de dinero mientras sea necesario –lo cual podría significar varios meses hasta que se tenga una vacuna ampliamente disponible.