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Luego de la descalificación del presidente López Obrador a la auditoría de la Cuenta Pública 2019 presentada por la Auditoría Superior de la Federación, el titular de este órgano del Poder Legislativo, David Colmenares, prometió revisar y reconocer si hubo errores.

Cumplió y ahora la ASF quedó en entredicho.

Ayer comenté aquí: “El caprichoso cambio de lugar del nuevo aeropuerto internacional puede significar un colosal pero discutible daño patrimonial a la nación”, y recordé que “las observaciones de la ASF suelen ser aclaradas en un alto porcentaje…”.

Política, económica y periodísticamente, el tema Texcoco-Santa Lucía es de lo más sensible. De no ser ciertas las “inconsistencias” de su reporte, sería suicida que Colmenares se doblara.

Ya fue aprobada por el Congreso la auditoría en cuestión y lo único que procede es añadir una polémica aclaración.

Lo más preciado de la ASF es su plena autonomía de gestión y me parece imposible que se someta al Presidente.

En mi texto fui especialmente incisivo con la Secretaría de la Función Pública que, según la ASF, había llegado “al extremo de impedir el acceso de los auditores a sus instalaciones y archivos” y que “sus servidores públicos se negaron a comparecer ante la ASF”, pero Colmenares asegura también que en realidad entregó cuanta información le fue requerida. Esto abona el sospechosismo.

Contra mi convicción de que lo mejor en mi oficio es el escepticismo (cada quien defiende su “verdad”), di por ciertas todas las observaciones de la ASF, muchas en general tan consistentes que han servido para que probables saqueadores del erario enfrenten inclusive procesos penales.

En el tema que tanto irritó a López Obrador, admite que descubrió “inconsistencias” que detalla: “En particular en relación con la metodología utilizada para determinar el costo de cancelación del Proyecto del Aeropuerto de Texcoco. Se ha detectado ya que dicho monto es menor a lo estimado inicialmente” y que “el costo estimado de la cancelación de la construcción del NAICM considera los flujos pasados y futuros para llevar a cabo la cancelación de las obligaciones contraídas para la construcción que no representan un costo, pero si un flujo de salida; asimismo, contempla Bonos en Circulación que ya se encuentran contemplados dentro del costo de la inversión ejercida y la terminación anticipada de los contratos suscritos; además, contempla intereses de vencimientos futuros que no representan un costo actual y que se materializarán en la medida que dichos bonos no sean rescatados, siendo que hasta entonces, en su caso, formarán parte del costo de cancelación”.

Juan Manuel Portal, predecesor de Colmenares en la titularidad de la ASF, afirma (Latinus) que “siempre hay errores pero, de ese tamaño, lo veo difícil. Estaría dando una muestra de que no se está trabajando bien”. Y se pregunta: “¿Cómo puedes pasar errores desde abajo y que lleguen hasta el informe final…?”.

Por el cartesiano principio del conocimiento: la duda.