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A juzgar por el desempeño de los mercados financieros, parecería que Estados Unidos le lleva la delantera a China en lo que cada vez se aproxima más a una verdadera guerra comercial.

Desde que comenzaron a soplar con más fuerza los vientos de la guerra comercial a finales de mayo de este año, el desempeño de los mercados accionarios de China y Estados Unidos ha sido contrastante.

Mientras que el S&P 500 ha tenido un alza de aproximadamente 6%, el índice Shanghai Composite ha retrocedido 15% en moneda local y casi 22% en dólares.

Esta situación ha contribuido a que la administración Trump se sienta empoderada para tomar una postura cada vez más frontal, imponiendo aranceles a un mayor número de productos importados de China, apostando a que China pronto claudicará ante el costo económico y financiero de las medidas estadounidenses.

En los próximos días, Estados Unidos podría extender las medidas arancelarias a la totalidad de las importaciones provenientes de China, las cuáles superan 500,000 millones de dólares. Sin embargo, el desempeño de los mercados financieros no es el único indicador sobre quién podría ir ganando esta guerra comercial.

El objetivo principal de las políticas proteccionistas de la administración Trump ha sido la renegociación de las principales relaciones comerciales de Estados Unidos con la meta de reducir el déficit comercial. No obstante, a pesar de la implementación de medidas proteccionistas, durante los primeros siete meses del año, el déficit comercial de EU creció casi 7% con respecto al mismo periodo del 2017.

La ampliación del déficit se debe principalmente a un fuerte incremento en las importaciones. Como hemos comentado en este espacio, las medidas proteccionistas por sí solas difícilmente ayudarán a la administración Trump con su obsesión de reducir el déficit comercial.

Lo más irónico es que las decisiones tomadas por la administración Trump en materia de política económica, como la implementación de los estímulos fiscales en esta etapa del ciclo de expansión, contribuirán a un crecimiento mayor del déficit comercial.

Los estímulos fiscales están impulsando el consumo —Estados Unidos es el país con la propensión marginal a consumir más grande del mundo— forzosamente contribuyendo a un aumento en las importaciones.

Asimismo, el crecimiento del déficit fiscal y una economía en pleno empleo se traduce en un panorama de mayores tasas de interés, lo que a su vez fortalece el dólar y hace aún menos probable que el déficit comercial de Estados Unidos se reduzca. Bajo el parámetro del déficit comercial, queda claro que Estados Unidos no está ganando la guerra comercial.

Por otro lado, Estados Unidos no es inmune a las medidas compensatorias implementadas por sus socios comerciales y en especial China.

En el caso de China, las medidas compensatorias se han tomado estratégicamente, buscando causar un impacto económico negativo en regiones que han sido bastiones políticos de Trump.

De acuerdo con un análisis publicado por Axios, las tarifas compensatorias de China podrían impactar negativamente en empresas que emplean aproximadamente 11 millones de trabajadores en Estados Unidos, ubicados en condados rurales. Esta estrategia busca generar un costo político para la administración Trump en un momento clave, ya que estamos a unas cuantas semanas de las elecciones intermedias en el Congreso estadounidense.

Hasta ahora, la administración Trump ha respondido otorgando apoyos económicos a los más afectados en el sector agropecuario. Aunque en términos económicos Estados Unidos podría llevar la delantera en esta guerra comercial, China podría llevar una clara ventaja en el aspecto político.

Mientras que el gobierno en Estados Unidos está sujeto a una evaluación periódica democrática en las urnas, el régimen autocrático de China puede planear a largo plazo sin mayor preocupación por temas de política interna.