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Hace apenas dos meses escribimos sobre el riesgo de ajuste en los mercados accionarios.

Sin embargo, después de un muy breve respiro entre el 19 de junio y el 6 de julio, los mercados accionarios en casi todo el mundo retomaron su racha alcista.

Al cierre del martes, el índice Dow Jones alcanzó un nuevo máximo histórico de 22,000 puntos. El Dow ha subido 22% desde la elección de Donald Trump en noviembre.

El alza fue alimentada en un inicio por la expectativa de que la nueva administración en Estados Unidos implementaría una política económica amigable para los mercados incluyendo planes de estímulo fiscal, inversión en infraestructura y desregulación. Aunque esta expectativa se ha venido diluyendo en medio de la disfuncionalidad de la nueva administración, la racha alcista continuó impulsada por otros factores.

El primero de estos factores es el fortalecimiento de la economía global donde por primera vez desde antes de la crisis hay una recuperación coordinada de la economía estadounidense la eurozona, Japón y varios mercados emergentes. Asimismo, la temida desaceleración de la economía china se ha venido dando de manera ordenada y más suave de lo anticipado. El segundo factor ha sido la ausencia de inflación en el mundo desarrollado que ha permitido a los bancos centrales de Europa y Japón posponer el retiro de los estímulos monetarios mientras que la Reserva Federal ha tomado un curso de normalización monetaria más lento de lo que se había previsto. Finalmente, y por primera vez en varios años, los mercados están siendo impulsados por un crecimiento robusto en las utilidades de las empresas.

Si bien los estímulos monetarios y la expectativa de un mejor entorno global de crecimiento contribuyeron a una revaloración de los principales índices accionarios a causa de una expansión en los múltiplos de valuación —que actualmente se ubican por arriba del promedio histórico— la racha alcista parece haber cambiado de estafeta.

De acuerdo a una nota publicada por el Wall Street Journal, las utilidades de las empresas que componen el índice S&P 500 están creciendo a un ritmo no visto desde hace seis años. El Wall Street Journal destaca un crecimiento de 15% en las utilidades de las empresas que componen el S&P 500 durante el primer trimestre de este año y con 60% de las empresas que ya reportaron sus cifras al segundo trimestre, anticipa que las utilidades crezcan 11% en dicho trimestre.

La base de comparación es fácil porque en el 2016 hubo una contracción en las utilidades, la dinámica es sin duda favorable. La última vez que las utilidades del S&P 500 crecieron a este ritmo fue en el 2011. Sin embargo, en esa ocasión el principal impulsor del crecimiento fue una fuerte ampliación de los márgenes de rentabilidad ante las medidas de austeridad que aplicaron la mayoría de las empresas durante la crisis. En esta ocasión, el crecimiento de las utilidades ha sido principalmente impulsado por un incremento en los ingresos de las compañías.

El buen desempeño en los ingresos se está dando en casi todos los sectores más representativos de la economía. El incremento se ha dado, en parte, por una mejoría en el consumo privado que es a su vez consecuencia de la fuerte creación de empleo y un aumento en los niveles de confianza del consumidor. Adicionalmente, la depreciación del dólar —que ha tenido su peor semestre desde 1985— ha tenido un impacto positivo en los ingresos de las grandes compañías trasnacionales, cuyos ingresos en moneda extranjera se convierten en más dólares que hace un año.

Dado que las bases de comparación para el tercero y cuarto trimestre de este año siguen siendo muy favorables, es altamente probable que la dinámica de crecimiento de las utilidades se mantenga. Aunque el riesgo de ajuste sigue ahí, la combinación de esta dinámica en las utilidades y una normalización muy gradual de la política monetaria podrían seguir contribuyendo a prolongar la racha alcista. Por vacaciones, esta columna se volverá a publicar el 22 de agosto.