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A partir de mañana, la atención del mundo financiero estará centrada en el Simposio Anual de Política Monetaria organizado por la Fed en Jackson Hole, Wyoming. Este evento reúne a las cabezas de bancos centrales, ministros de finanzas, académicos y analistas de más de 40 países.

En años anteriores, el simposio de Jackson Hole ha funcionado como foro para discutir asuntos claves de política monetaria y para transmitir a los mercados señales sobre los siguientes pasos a seguir por parte de los principales bancos centrales. Dentro de los momentos más relevantes de este simposio se encuentran las intervenciones de Ben Bernanke, entonces presidente de la Fed, en el 2010 y el 2012.

En el 2010, Bernanke utilizó este foro para anunciar que la Fed estaba dispuesta ampliar la implementación de medidas no convencionales para estimular la economía en caso de ser necesario como preámbulo al QE2.

Asimismo, pocos días después del simposio del 2012, la Fed comenzó con la tercera ampliación del programa de inyecciones de liquidez conocida como QE3.

El contexto en esta ocasión tiene algunos paralelos. La economía global se encuentra en un proceso de desaceleración generalizada y la atención de los mercados estará centrada en buscar señales sobre posibles medidas de estímulos monetarios por parte de los principales bancos centrales del mundo.

Por un lado, está la Fed que en su última reunión recortó la tasa de interés de referencia por primera vez en más de una década y confirmó la conclusión anticipada de su programa de retiro de liquidez del mercado. Por otro lado, está el Banco Central Europeo, cuyos dirigentes han dado a entender que llevarán las tasas de corto plazo a terreno negativo y que activarán un nuevo programa de estímulos cuantitativos.

Adicionalmente, está el Banco de Japón que se ha pronunciado por incrementar los niveles de estímulo monetario “sin titubeos”, en caso de que las condiciones de crecimiento en inflación lo ameriten.

La intervención del presidente de la Fed, Jay Powell, es crucial ya que existe cierta desconexión entre el rumbo esperado de la política monetaria por parte del mercado y lo expresado por la Fed en la última decisión de política monetaria. Mientras que Powell calificó el recorte en la tasa de 0.25% del 31 de julio como un “ajuste en medio del ciclo” y no el comienzo de ciclo de múltiples reducciones en la tasa de interés, el mercado está anticipando que la Fed reducirá la tasa en por lo menos 0.75% adicional en lo que resta del año.

Aunque la economía estadounidense se está desacelerando, la probabilidad de una recesión en los próximos 18-24 meses sigue siendo menor a 50 por ciento. Por el momento, la economía sigue creciendo por arriba de 2%, la tasa de desempleo se ubica en mínimos históricos y los salarios reales están creciendo a su mejor ritmo en la última década. Sin embargo, la economía global, afectada por el recrudecimiento de las tensiones comerciales, se encuentra en una posición mucho más débil que la economía americana.

La eurozona se acerca a una recesión y Asia está en medio de una marcada desaceleración. Aunque el consumo mantiene a la economía estadounidense en buena salud, el sector manufacturero en Estados Unidos se encuentra en recesión y la falta de solución de los enfrentamientos comerciales incrementa el riesgo de contagio para Estados Unidos.

El mercado espera que el discurso de la Fed tome un tono más acomodaticio que el demostrado en la última decisión de política monetaria y transmita la posibilidad de mayores recortes en la tasa dependiendo del estatus de las tensiones comerciales y el comportamiento de la economía. El riesgo principal es que la intervención de Powell no transmita lo que los mercados están esperando.