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Después de alcanzar un nuevo máximo histórico el pasado 7 de agosto, los principales índices accionarios de Estados Unidos han tenido un ajuste de aproximadamente 2 por ciento. Sin embargo, el ajuste es mínimo tomando en cuenta que, a pesar de éste, el Dow Jones y el S&P 500 aún registran alzas de 9.7 y 8.4%, en lo que va del año.

Hace unas semanas hablamos de los principales factores que han impulsado al mercado desde que comenzó el año, destacando los siguientes: i) el fortalecimiento de la economía global; ii) la expectativa de que los estímulos monetarios en Europa y Japón no serán retirados en el corto plazo; iii) la expectativa de la implementación de políticas económicas pro negocio por parte de la nueva administración en Estados Unidos; iv) la expectativa de que la Fed tomará un camino muy gradual para normalizar su política monetaria, y v) la aceleración en el crecimiento de las utilidades del sector corporativo.

Aunque la expectativa de la implementación de estímulos fiscales y otras políticas económicas favorables se ha venido extinguiendo debido a la disfuncionalidad e incapacidad para lograr consensos de la administración Trump, los demás factores se mantienen vigentes. Sin embargo, en las últimas semanas los mercados se han vuelto menos complacientes con respecto a ciertos riesgos que podrían provocar una corrección. Dentro de éstos, destacan: i) el creciente riesgo geopolítico de un enfrentamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte; ii) la creciente incertidumbre política en Estados Unidos; iii) la posibilidad de que la Fed tome una postura menos acomodaticia de la esperada por los mercados; iv) la implementación de políticas proteccionistas por parte de Estados Unidos, y v) una desaceleración mayor a la esperada de la economía china.

El único de estos factores que es nuevo es el posible conflicto entre Estados Unidos y Corea, donde el riesgo va atado a la creciente incertidumbre política gestada desde la disfuncionalidad de la Casa Blanca. A pesar de la escalada en la retórica y la tentación de crear un conflicto externo para fortalecer una presidencia que se percibe cada vez más débil, los mercados aún asignan una muy baja probabilidad a un conflicto militar entre Estados Unidos y Corea.

La situación con Corea del Norte se mantiene bajo control, el mercado sigue siendo vulnerable a otros riesgos. Para muchos inversionistas el principal riesgo sigue siendo la incertidumbre política en Estados Unidos. Algunos observadores temen que una arrinconada administración de Trump podría tomar alguna medida drástica en contra del establishment que parece estar cerrando filas para controlar el caos de la Casa Blanca. En este sentido, no hay que perder de vista la reciente investigación lanzada por la administración Trump a las leyes de propiedad intelectual, innovación y desarrollo de tecnología en China. Esta medida, que está enfocada a satisfacer las voces nacionalistas que apoyaron la campaña de Trump, pudiera ser el primer paso de una estrategia para endurecer la política comercial de Estados Unidos.

También es importante seguir muy de cerca las negociaciones del TLCAN. A pesar de la salida de Steve Bannon —el chief strategist de la Casa Blanca y la voz más nacionalista dentro del gabinete de Trump— y la creciente influencia de figuras más institucionales como el chief economic advisor, Gary Cohn, y el chief of Staff, John Kelly, sería irresponsable descartar del todo un sesgo más proteccionista en el tema comercial. A pesar del creciente riesgo político, no hay que perder de vista el tema económico.

Hasta ahora, el mercado sigue descontando que la Fed tomará un camino gradual para reducir su balance, comenzando en septiembre, pero manteniendo la tasa de interés de referencia sin cambio el resto del año, hasta evaluar la reacción del mercado al inminente retiro de liquidez. Si la Fed da señales de una posible alza antes de que termine el año, los mercados podrían precipitar su ajuste.

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