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Cada vez que queremos hablar de la meta de inflación del Banco de México (Banxico), hay que rezar una cantaleta: 3 por ciento más menos un punto porcentual.

Es una elegante manera de decir que por ahora el banco central no puede tener una precisión en sus metas en torno al Índice Nacional de Precios al Consumidor.

Porque mientras se sigan decretando precios tan importantes como los energéticos, como los tradicionales gasolinazos o las tarifas eléctricas subsidiadas, no será posible que el Banxico tenga mayor tino en su meta.

Porque aun con un margen tan amplio como 200 puntos base en su meta, suele incumplir con ella, sobre todo porque los precios pasan buena parte de las quincenas por arriba de 4 por ciento.

Como sea, nunca se podrán regatear los logros antiinflacionarios alcanzados por el Banco de México bajo la conducción de Guillermo Ortiz Martínez, primero, y Agustín Carstens, después. Y justamente esta institución dedicada a cuidar el poder de compra de la moneda puede darse el lujo de tener como accesorio el pronóstico de crecimiento económico y una banda de estimación de 100 puntos base.

En la estimación que tiene Banxico de entre 3 y 4 por ciento para el próximo año cabe todo. Entra sin problemas el éxito inicial de las reformas estructurales, acomoda perfecto un repunte europeo, embona un mercado interno más dinámico. Pero en esa banda se podría explicar también si se mantiene una inercia mediocre como la que hoy vemos.

La Secretaría de Hacienda se puede dar el lujo de tener una banda ancha de pronósticos si lo que quiere es equivocarse menos. Y no los culpo, llevan dos años ininterrumpidos de pronósticos fallidos y deben estar cansados de tener que salir a dar la cara para rebajarlos.

El 2013 pasó de 4 por ciento a prácticamente cero y este año de 3.9 por ciento al mínimo de 2.1 por ciento. Mucho de esto se explica por factores externos, pero otros tantos puntos menos de lo logrado en la economía tienen que ver con malas decisiones internas, sin duda.

Por eso calcular algún crecimiento entre 3.2 y 4.2 por ciento para el 2015 es matar una mosca con una escopeta, hay suficientes perdigones como para que le atinen. Claro, siempre y cuando la mosca de lo impredecible no vuele hacia abajo.

Es un efecto meramente mediático, porque la autoridad financiera sí tiene y tendrá un pronóstico puntual que debe presentar al Congreso en sus criterios económicos como parte del paquete económico a estudiar.

No sería posible hacer un cálculo presupuestal con un estimado tan amplio, se requiere de cálculos precisos, que si bien pueden fallar por una gran cantidad de situaciones imponderables, es necesario hacer con toda la precisión de los economistas encargados de ello.

Así que la banda ancha de los pronósticos de Hacienda tiene más bien el propósito de no equivocarse más.

Como sea, dos años ininterrumpidos de pronósticos fallidos merecía la pena tomar una medida que frenara esa mala racha.