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Todo mundo sabe que el mejor negocio del mundo es una empresa petrolera, pero lo que pocos saben es que el segundo mejor negocio del mundo, es una empresa petrolera mal administrada. Esta frase, atribuida a John D. Rockefeller, aplica a Petróleos Mexicanos.

Entre el 2007 y 2014, Pemex produjo riqueza superior a 1 billón de pesos por año y pagó un promedio de 657,000 millones de pesos anuales, en contribuciones tributarias. Del 2015 en adelante, ha pagado más de medio billón de pesos al fisco. Para poner en perspectiva lo que significa todo lo que paga Pemex, hay que tomar en cuenta este dato: la petrolera paga más al fisco que todas las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores… juntas.

Pemex lleva años siendo la vaca lechera de la hacienda pública. Con tantos años de ordeña, se ha convertido en una vaca que padece de anemia. Es una empresa asfixiada por la carga fiscal (y otras cosas). En promedio, tributa 43% de sus ventas y el equivalente a 55% del valor de su producción. Ninguna empresa de México paga una tasa tan alta. Ninguna petrolera en el mundo, del tamaño de Pemex, entrega al fisco una proporción tan alta de sus ingresos. Para hacer una comparación con un tema que está de moda, digamos que la contribución fiscal que paga la empresa petrolera ha sido entre 9 y 20 veces superior a sus pérdidas por robo de combustibles.

Es tan enorme la carga fiscal de Pemex y tan grande su aportación a la hacienda pública, que no hay manera de exagerar la importancia del anuncio de López Obrador. El presidente promete hacer un cambio radical: “le vamos a quitar la carga fiscal a Pemex, como nunca ha sucedido”, dijo en la conferencia mañanera de ayer Los detalles se darán a conocer a más tardar la próxima semana, pero han generado enormes expectativas.

¿De qué tamaño será la reducción de la carga fiscal? No está claro si la mayor empresa de México tendrá una inyección de capital, una baja en la tasa que paga o una mezcla de las dos. Lo único cierto es que el alivio deberá ser suficiente para despejar las dudas sobre la viabilidad financiera de Pemex. Hace poco se anunció un plan de 3,500 millones de dólares en seis años que decepcionó a los analistas. En el 2019, la empresa debe pagar vencimientos de deuda por un monto superior a 6,000 millones de dólares y ejecutar un plan de inversiones de entre 15 y 20,000 millones de dólares. El presidente nunca mencionó a Fitch, pero el fantasma de la calificadora estuvo en el anuncio. Si el plan de alivio fiscal funciona, la calificación de Pemex dejará de ser tema de conversación. La empresa podría concentrarse en lograr eficiencias operativas. El combate a la corrupción es una de las grandes asignaturas pendientes, pero la mejora sustancial en la productividad es, quizá, el asunto más relevante del que no estamos hablando ahora. Pemex requiere entre 30 y 50% más personal que otras petroleras por cada barril producido.

¿Cómo sería Pemex con menor carga fiscal? Ningún presidente se atrevió a explorar este escenario, en buena medida porque implicaba abrir otra pregunta: ¿Cómo le haría la Secretaría de Hacienda para mantener el equilibrio de las finanzas públicas si su gran vaca entrega menos leche? No habrá nuevos impuestos, ha dicho el presidente. Vendrán más esfuerzos de austeridad y más presión fiscal. Big brother fiscal a la vista.