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La discreción de Obama no puede ser el pretexto para la inacción en el combate a la corrupción o vulnerabilidad en el Estado de Derecho.

En Washington había nieve, pero Peña Nieto encontró calor. Barack Obama se portó como un buen anfitrión: tocó con pinzas la cuestión de la inseguridad, incluyendo Ayotzinapa, y no mencionó el tema de la corrupción. La Casa Blanca no entró en la Casa Blanca. Agradeció al presidente mexicano su apoyo en la cuestión migratoria y, en el contexto del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), formalizó acuerdos para apoyar pymes y mejorar el tránsito en la frontera , entre otros.

“Baby steps”, Shannon K. O’Neil califica así lo anunciado ayer. Ella es una de las grandes especialistas en la relación México-EU. Baby steps se traduce literalmente como pasitos de bebé, metafóricamente podemos hablar de bocanadas de aire puro para el Peña Nieto. En el peor momento de su Presidencia, logró que el Mexican dark side no fuera el protagonista del diálogo presidencial con Estados Unidos.

Hay química entre ambos mandatarios, dicen los que han vivido de cerca los encuentros Peña-Obama. Más allá, hay mejores condiciones institucionales para colaborar. Una pieza fundamental en esta etapa es el Diálogo Económico de Alto Nivel. Anunciado en mayo del 2013, el DEAN constituye una plataforma donde los más altos funcionarios de los gabinetes de ambos países definen una agenda común para el desarrollo económico.

Agilizar el paso de personas y mercancías por la frontera es un buen ejemplo de esta agenda. Cada mes intercambiamos bienes y servicios por 50 mil millones de dólares, pero la frontera es un obstáculo en términos de logística y calidad humana. El académico Christopher Wilson, del centro Woodrow Wilson, calcula en 6 mil millones de dólares el costo de poner a punto los principales pasos de frontera. Las eficiencias alcanzadas generarían el retorno en menos de un año; diagnostica: “No hay inversión binacional más rentable”.

Hubo baby steps, retórica y tanques de oxígeno. No hubo anuncios espectaculares, pero los sencillos y dobles también cuentan, no sólo los cuadrangulares, dijo Penny Pritzker, la secretaria de Comercio de Estados Unidos. Como nota al margen, esta mujer es heredera de la cadena de hoteles Hyatt.

Es muy pronto para evaluar el éxito de la gira a Washington. En primer lugar porque los logros en el extranjero no bastan para compensar los déficits en casa. El que uno o varios temas no se mencionen en la casa del vecino no implica que estén resueltos. La discreción de Obama no puede ser el pretexto para la inacción en el combate a la corrupción o la vulnerabilidad en el Estado de Derecho.

Más aun, el apoyo de Obama es insuficiente porque el mandatario estadounidense está viviendo el ocaso de su mandato. Le faltan dos años para dejar la Casa Blanca, pero su partido no tiene control de las cámaras legislativas. Además, su popularidad está en torno a 40 por ciento. Es suficientemente débil para tener que escuchar otras voces en temas cruciales. Por eso es importante seguir la pista a lo que opinan los republicanos y los demócratas no obamistas sobre el rumbo de México.

Peña Nieto está de regreso en México. Las vacaciones y la preparación de esta gira han quedado atrás. En el avión habrá sentido turbulencias. Los mercados andan de capa caída. El precio del petróleo no ha dejado de caer. El ecosistema político está revuelto. La sociedad está inquieta. Los retos son enormes: ¿habrá encontrado una varita mágica en Estados Unidos?