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Las minutas de las reuniones de decisión de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banco de México contienen referencias anónimas para evitar que, por ejemplo, en estos días el presidente Andrés Manuel López Obrador pudiera decir en su mañanera que tal subgobernador está en contra de su régimen por haber advertido los peligros que Pemex trae hasta para el nivel de las tasas de interés.

Claro que si López Obrador quisiera saber quién se atreve a poner en entredicho su estrategia para Petróleos Mexicanos, no faltaría quien saliera corriendo de las oficinas del autónomo banco central para darle cuenta al Presidente del nombre de tan atrevido banquero central.

Lo cierto es que Petróleos Mexicanos cada vez aparece más como un factor de riesgo para las finanzas públicas nacionales.

La realidad es que no hay sorpresa entre los participantes del mercado de que Pemex podría encaminarse a complicar el panorama financiero de todo el país como consecuencia de la estrategia que este régimen decidió para la empresa.

Pemex fue heredada por el gobierno de Enrique Peña Nieto prendida de alfileres, por ser la empresa petrolera más endeudada del mundo, con un pasivo laboral descomunal y con evidencias de un manejo corrupto e irresponsable.

Pero el gobierno de López Obrador no sólo decidió quitarle los alfileres, sino que acercó a Pemex a la orilla de la barranca para que rodara sin control en el nombre de los viejos dogmas del estatismo monopólico del pasado.

Y lo queramos ver o no esa empresa petrolera va en picada. Lo que hizo este régimen fue lanzarle un salvavidas atado a las finanzas públicas que son estables, pero debiluchas.

El tamaño de lo que implican los 110,000 millones de dólares de deuda de una empresa que aumenta sus costos de producción y disminuye su extracción petrolera puede implicar que ese jalón se lleve al precipicio la precaria estabilidad fiscal de las finanzas públicas.

Esa es la advertencia que hace “alguno” de lo integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México.

Pero es la misma advertencia que hizo la firma calificadora Fitch Ratings con su reciente degradación adicional de la deuda de Pemex y su titular de que Pemex se convirtió desde el 2020 en el mayor “ángel caído” del mundo.

Esta agencia financiera recuerda que Pemex tiene vencimientos de corto plazo por 25,000 millones de dólares y que tan solo en lo que resta de este año debe honrar pagos por 4,000 millones de dólares.

Petróleos Mexicanos fue degradado a nivel de papel basura, por lo que un refinanciamiento con riesgo Pemex es imposible y la decisión de López Obrador de respaldar con todo a esta empresa pone en peligro las finanzas públicas, aunque se niegue un día sí y el otro también.

Pemex sí es un riesgo para la política monetaria, porque ubicar a México al nivel de riesgo Pemex presiona el nivel exigido de premio por mantenerse en pesos.

Pero Pemex es también un peligro para las finanzas públicas, porque a pesar del claro riesgo financiero, la decisión política es respaldar a la empresa con una mala estrategia y con recursos públicos hasta sus últimas consecuencias.