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Fechas como la de hoy son el alimento de la retórica populista con la que buscan adeptos, pero a un alto costo para el propio país y su economía.

El credo nacionalista del petróleo como una propiedad de todos los mexicanos, como si fuera una parte de nuestro cuerpo, ha dañado el desarrollo mismo de México.

Es en días como hoy que resurgen los relatos de cómo hombres y mujeres de todas las condiciones sociales se formaban frente a Palacio Nacional para entregar lo mismo joyas que gallinas para ayudar al valiente presidente Lázaro Cárdenas a juntar lo suficiente para indemnizar a los despiadados extranjeros a los que les acababa de expropiar sus inversiones en el sector petrolero.

Son ideas incrustadas en muchos mexicanos desde el sistema educativo estatal que crean héroes incuestionables, casi a niveles divinos, como el Tata Cárdenas.

La propiedad de los recursos del subsuelo no tiene nada que ver con la eficacia con la cual se exploten. Una cosa son las razones que llevaron a tomar esa decisión en aquel México previo a la Segunda Guerra Mundial y otra es pensar que una empresa estatizada, ineficiente y despilfarradora como Pemex tiene que ser parte de los símbolos patrios.

El populismo nacionalista no es sólo un mal del régimen actual, de hecho eso fue lo que por décadas dio paso a los peores abusos en Petróleos Mexicanos, hasta convertirla en la empresa petrolera más endeudada del mundo, son los mismos motivos que hoy, bajo el lema de Por el Rescate de la Soberanía, provocan el hundimiento final de la paraestatal y de la mano de las finanzas públicas.

La única salida que tenía Pemex era reducir su tamaño, limpiar sus pasivos, enfocarla a su negocio central de exploración y explotación y dejar que los particulares arriesgaran su capital para que obtuvieran buenas ganancias, que dejaran altos pagos de impuestos.

Pero en el imaginario de la izquierda a la mexicana ese es un sacrilegio ofensivo y perturbador que merece una incineración pública en leña verde al neoliberal que tan solo se atreva a proponerlo.

Para “celebrar” este 87 aniversario de la expropiación petrolera ya prepara el régimen un recorte más en la única subsidiaria que debería tener el respaldo total, la de Exploración y Producción. Se habla de un recorte de 10% del personal de esa área que ya ha tenido varios recortes presupuestales previos.

Sí hay que hacer recortes de todo tipo en esa empresa, pero seguro hay otros sectores más susceptibles a la tijera antes que hacerlos en el corazón de la actividad de una empresa petrolera como Pemex en su condición actual.

La reforma que emprendió Enrique Peña Nieto fue en el sentido correcto, pero tuvo como carta de presentación la presencia de Emilio Lozoya al frente de Petróleos Mexicanos y como desenlace la llegada al poder de un abanderado del peor populismo mexicano, como Andrés Manuel López Obrador.

Hoy la situación financiera de Pemex no está en las prioridades nacionales, pero su impacto en la estabilidad fiscal del país hace de la condición de esa paraestatal el riesgo financiero estructural interno más grande que hoy tiene México.

Para “celebrar” este 87 aniversario de la expropiación petrolera ya prepara el régimen un recorte más en la única subsidiaria que debería tener el respaldo total, la de Exploración y Producción.