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La aversión al conocimiento, el complejo ante la competencia profesional, tuvo su momento más aciago, para la 4T, a lo largo del desastre político y de seguridad que significó la captura y liberación de dos hijos de El Chapo, el jueves.

El operativo ya se encuentra en los manuales universales de las fuerzas coercitivas sobre cómo no desarrollar un operativo: a las dos de la tarde, en una ciudad densamente poblada y sin neutralizar las comunicaciones telefónicas o de radio de los capos y sus sicarios.

Queda claro que es desprecio por la técnica y la competitividad, porque hasta hace un año las fuerzas de seguridad en México ejecutaban ese tipo de capturas con base en un estilo de pesquisas, con profesionalismo y estricta mesura. Hoy, sólo se tendría que seguir haciendo lo mismo.

Así, capturaron en el sexenio pasado a 109 de los 122 capos identificados como los más peligrosos y responsables de la violencia en el país: salvo 14, todos cayeron sin disparar un tiro, como El Chapo (dos veces), Z-40 y Z-42, La Tuta, Beltrán Leyva, El Licenciado, Doña Lety, La Hamburguesa…

Las capturas de El Chapo contaron con cooperación de inteligencia entre la DEA, la Marina y el Ejército mexicanos, a La Tuta lo siguieron durante ocho meses hasta que lo aprehendieron de madrugada, en Morelia; mientras que la misma hora detuvieron a su hermano Flavio en Mérida.

Y quienes los agarraron no vinieron de Marte ni se fueron a Marte. Uno de los artífices de esas 109 detenciones es Renato Sales, ex Comisionado Nacional de Seguridad, quien también logró muchas detenciones quirúrgicas en el DF, cuando el actual presidente fue Jefe de Gobierno.

Incluso, en la 4T trabaja hoy como Jefe de la Policía de la CDMX Omar García, uno de quienes hacía de capturas por nota durante el sexenio pasado, con mucha serenidad y más paciencia, uso de herramientas científicas y del desarrollo tecnológico, y robusto armado jurídico de los casos.

Así, García, como jefe de la Agencia de Investigación, descabezó a los cárteles de Tláhuac, La Unión, La Anti-Unión y Los Rojos y las bandas de Los Misteriosos Secuestradores y Los Mazos, además de que ejecutó la entrega de El Chapo a Estados Unidos.

Pero en la 4T están peleados con la modernidad: el presidente se queda incomunicado en momentos críticos para la seguridad nacional (y hasta para la región) porque su teléfono pierde la línea, quieren trasladar la gasolina en pipas y no en ductos…

Vamos, en la conversación del fin de semana con Trump, se ve al canciller tomando notas en una servilleta, mientras el presidente lo observa cómo arrastra el lápiz.

Y en la mesa no había ni siquiera un Ipad.