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Pudiendo guardar comprensible silencio, Pablo González Casanova, autor del imprescindible La democracia en México (Era, 1965) y ex rector de la UNAM, no se contuvo para escribir un párrafo indigno de su inteligencia y ofensivo para el pueblo de la isla titulado La fuerza de Cuba.

“Con su moral colectiva y su conciencia antimperialista, Cuba es nuevamente atacada por el imperio con el estilo del Partido Demócrata, que inventa dictadores a los que dizque pretende derrocar en defensa del pueblo y… hace apenas unos días el gobierno de Estados Unidos movilizó a sus agentes locales pidiéndoles desesperado que ayude a liberarse al pueblo de Cuba. Sus bien entrenados agentes ejecutaron las habituales órdenes: la farsa sigue, ¡VENCEREMOS!”, publicó el sábado en La Jornada.

Entre las mujeres y hombres que se manifestaron hace un par de domingos contra la dictadura castrista, debiera saber el doctor, figura gran parte de la comunidad artística e intelectual cubana que, sospecha, integran agentes bien entrenados.

Qué bueno que no viva en ese país y que ni se le ocurre escribir sobre La democracia en Cuba. Como los pirrurris de Coyoacán que se muestran más “zapatistas” que los chiapanecos, González Casanova exhibe lo mismo que el gobierno de la 4T: solidaridad incondicional con la tiranía que sigue culpando al embargo económico gringo de su fracaso rotundo y que impuso el bloqueo de cualquier iniciativa “capitalista” a sus sometidos, así fuera remendar zapatos o vender jugos de la papaya que crece en sus patios para capotear la catástrofe.

El mismo sábado, aquí en MILENIO, Xavier Velasco publicó sobre las dictaduras que, todas, “tienen su hombre nuevo”, y testifica sobre el “cubano ejemplar” Juan Padrón que conoció en Madrid, famoso por Vampiros en La Habana. “Nunca había ganado dinero suficiente para poseer nada de importancia o vivir a sus anchas (por su película estrella, realizada con no más que sus manos, recibió un pago único de 200 dólares), pero en la práctica era un privilegiado” que falleció el año pasado.

Escribió Xavier: “Hace unos días vimos a miles de hombres y mujeres furibundos marchar sin miedo por las calles de una y otra ciudad cubana. Se han podrido de vivir como niños, escuchando mentiras y amenazas de quienes se presumen sus mayores y no tienen empacho en maltratarles de las peores maneras. Serán ellos, más tarde o más temprano, quienes den cuenta de esa momia insepulta que algunos aún osan apodar “hombre nuevo”.

Don Pablo dirá que el prolijo y chingón Premio Alfaguara es un exitoso escritor mexicano que no entiende el proceso (de descomposición) cubano. Ajá. Pero, ¿y Leonardo Padura? Siendo el más renombrado escritor cubano que sigue viviendo en su amado y deshilachado país, cinco días después de las protestas, difundió que, aun si participaron opositores y oportunistas “con intenciones de desestabilizar” y ocurrieron “lamentables actos de vandalismo”, “ni otra evidencia le quitan un ápice de razón al alarido que hemos escuchado…”.