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La Secretaría de Recursos Hidráulicos de Tamaulipas detalló acciones para garantizar el agua en la zona conurbada de Tampico
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Donald Trump dio encendido discurso este sábado ante una multitud en la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA)
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La organización Conservación de la Biodiversidad del Usumacinta alertó por la muerte de monos aulladores producto de las altas temperaturas
Nacional Deslave de cerro en Oaxaca deja 3 muertos
El deslave ocurrió en la agencia municipal Faustino G. Olivera, municipio de San Francisco Telixtlahuaca, Oaxaca

El tema de la corrupción y huida del exgobernador de Veracruz Javier Duarte ha sido recurrente, últimamente, en esta columna. ¡Ya párale! -me dijo un amigo priista de corazón con tres sexenios en la banca: los dos del PAN y el que técnicamente terminará a las 12 de la noche del 30 de noviembre del 2018 pero que comenzó a desvanecerse en noviembre del 2014 con la revelación de la existencia de la Casa Blanca que en las Lomas de Chapultepec, el Grupo Higa, beneficiado con millonarios contratos por el gobierno de Enrique Peña Nieto, construyó para la Primera Dama, Angélica Rivera; y que, al parecer, agoniza revolcándose en el lodo generado por el enriquecimiento ilícito y mal uso de los recursos públicos —por decir lo menos—, de los exgobernadores tricolores: el precitado exgordito en fuga, su tocayo de apellido de nombre César de Chihuahua, Roberto Borge de Quintana Roo, Rodrigo Medina de Nuevo León y el ilocalizable Tomás Yarrington de Tamaulipas.

Ante un argumento semejante al aquí expuesto, mi amigo defendió al partido al que pertenece y al gobierno emanado de éste:

-Vas a ver cómo algunos de los que mencionaste —me aseguró, aunque se reservó quiénes y no me explicó por qué no todos— van a caer durante las campañas electorales del Estado de México el próximo año o la grande del 2018. El PRI los debe de tener localizados y arreglados para sacrificarlos en pro de restaurar la imagen del partido de cara a las elecciones. Eso es lógico.

Le repliqué que la lógica no es, precisamente, la cualidad que distingue a los jefazos del Revolucionario Institucional, Peña Nieto y Ochoa Reza, ambos de nombre Enrique (cimiento).

Mi amigo me increpó: ¿Y qué me dices de los hipócritas panistas?

Pues eso —le respondí—: que son hipócritas.

-¿Y por qué no has escrito nada del panista exgobernador de Sonora, Guillermo Padrés?, me reclamó.

No me has de haber leído, pero, cuando salió el escándalo de la represa que construyó en su rancho, en mi columna escribí: “por una represa, muy pronto Padrés estará represo”.

Pues no está preso, está fugado, la Procuraduría General de la República lo acusa de defraudación fiscal y operación con recursos de procedencia ilícita; es buscado en 190 países por la Interpol, que le puso ficha roja.

La ficha roja de la Interpol es como la tarjeta roja de los árbitros en el futbol, con la diferencia de que con la de los árbitros el jugador se sale del partido y con la de la Interpol el sospechoso se sale del país —dije yo por hacer un chiste—.

No le hizo gracia y siguió con su reclamo: Nada de lo que te acabo de decir sobre Padrés lo has comentado en tu pinchurrienta columna, me dijo, y agregó: También has pasado por alto lo que hace unos días leí en el portal virtual Zona Centro Noticias, sobre el gobernador perredista de Morelos, Graco Ramírez, a quien la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos y el Frente Amplio Morelense han denunciado ante la PGR por presuntos desvíos millonarios de recursos así como delitos de peculado y uso ilegal de atribuciones.

Mira, para acabar pronto —concluí—, todos los que hemos mencionado en nuestra plática tienen la cola sucia. Por cierto —le pregunté con insidia—, ¿qué opinas de Humberto Moreira?

Se hizo un silencio. Ese mismo día —sábado— había yo leído en la página de Internet del periódico Reforma una nota referente al coahuilense y su relación con Juan Manuel Muñoz, el Mono, firmada por la redacción y conservada en el historial de mi computadora, la cual encendí para enseñársela —la nota— a mi amigo. (Reproduciré, de manera textual y entrecomillada, parcialidades de lo publicado. Hago esta advertencia por si don Humberto, tan celoso de la limpieza de su honor, decidiera demandar, lo haga a la fuente original de la noticia).

Mira, lee —lo animé—: “El Mono cobraba y distribuía las ganancias de venta de cocaína en Europa de los Zetas, según revelaciones del diario madrileño El País, que tuvo acceso a la contabilidad del operador criminal. Sólo en una semana, los Zetas colocaron en Europa 2 mil 100 kilos de cocaína, por lo que obtuvieron 75 millones de dólares, según el rotativo”. (…) “En un recuadro de su información, al que titula “Ligado al caso Moreira”, El País sostiene que Muñoz Luévano fue detenido en marzo pasado en España “en el marco de una amplia investigación sobre el narcotráfico, los Zetas y expolíticos como Humberto Moreira, también detenido en Madrid y, posteriormente, puesto en libertad”. El arresto de Muñoz Luévano, dice el rotativo, “se vincula a la causa que se sigue en Estados Unidos contra Rolando González Treviño, acusado de manejar las cuentas del Gobierno de Coahuila, donde Moreira fue Gobernador y dejó un gigantesco agujero de deudas”. Además indica que “varios testigos protegidos y el propio Treviño señalaron a Moreira como responsable del desvío de fondos que supuestamente emplearon para financiar la campaña presidencial de Peña Nieto””. Aquí, mi tricolor amigo dejó de leer y se encaminó hacia la tele. Con Moreira no hay ni pa’donde hacerse —murmuró y encendió el aparato—, vamos a ver el partido, que es para lo que nos juntamos, ojalá gane el León.

Sí —le dije— ojalá gane el León, pero falta una hora para que empiece la transmisión.