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¿Cómo va la economía mexicana? Hay muchas respuestas posibles. Aguascalientes registra tasas de crecimiento asiático, 8.8%; mientras que Campeche y Tabasco decrecen a tasas bolivarianas, superiores a 10.0 por ciento.

¿Con cuál dato nos quedamos, con el del crecimiento exuberante o los de las tristes caídas? Los economistas prefieren trabajar con el dato agregado nacional: el PIB creció 3.0% en el segundo trimestre. Esto es menos de lo que están creciendo China, 6.7% o Irlanda, 4.5%, pero mucho más de lo que crece Gran Bretaña, 0.3%; Francia, 0.5%; España, 0.9%; o Estados Unidos, 1.2 por ciento.

El Producto Interno Bruto está lejos de ser perfecto, pero es el indicador económico más importante. Se le critica que registra como actividad económica con impacto positivo al PIB ciertas situaciones que claramente son negativas o perjudiciales. Uno de los ejemplos más utilizados para ilustrar esto es el caso hipotético de una persona que fuera herida durante un asalto. Sus gastos de hospitalización, medicinas y convalecencia “suman” al PIB, lo mismo que el gasto que haya hecho su asaltante en armas y, por supuesto, también abulta el PIB el usufructo que el ladrón haga del dinero que haya sustraído.

Más allá de las caricaturas que podamos hacer del PIB, lo que este indicador nos está diciendo es que la economía mexicana está teniendo un mejor desempeño de lo que se esperaba al comenzar el 2017. El factor Trump no ha afectado y algunas actividades han mostrado un buen dinamismo, Turismo es uno de los casos más notables. El segundo trimestre del 2017 es el segundo mejor en lo que va de la administración de Enrique Peña, después del primero del 2013, cuando creció 3.2 por ciento. Vale poner las cosas en perspectiva. El crecimiento promedio del Producto Interno Bruto en este sexenio está cerca de 1.3 por ciento.

La economía mexicana lleva 29 trimestres consecutivos de crecimiento, aunque sea poquito (0.7% en el segundo trimestre del 2013), pero no ha dejado de crecer. Si los pronósticos se cumplen, terminará el 2017 con un avance de 2.2% en el PIB.

Esto no quiere decir que todos los estados y todas las actividades participen de esta buena racha. La industria de la construcción ha sido una de las grandes decepcionadas en este sexenio. Las inversiones gigantes en infraestructura no han dado a esta industria el dinamismo que muchos esperaban. Su balance en lo que va del sexenio es un crecimiento negativo.

En el caso de los estados, Campeche es una especie de antiestandarte: lleva casi tres años en recesión, afectado primero por la caída de los precios del petróleo y luego por la baja en la producción de Pemex. Campeche es una entidad que no ha podido diversificar su actividad económica. Afortunadamente para la cuenta nacional, sólo tiene un peso de 2.6% en el PIB nacional, muy lejos de 16.7% de la Ciudad de México o 9.5% que representa el Estado de México.

Casos de éxito como el de Aguascalientes son dignos de mención. Crecer a 8.8% tiene mucho mérito, sobre todo considerando que lleva años creciendo por encima del promedio nacional. Por desgracia, la aportación de Aguascalientes al PIB nacional es relativamente pequeña, 1.3 por ciento. Para ponerlo en perspectiva, en el gran total del PIB nacional, 8.8% de Aguascalientes aporta menos que un crecimiento de 0.8% de la Ciudad de México. No culpen a las estadísticas, sólo mírenlas con lupa.

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