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Nuevamente la presunción de culpabilidad, más que el de inocencia, surge en un caso de tipo penal. Esta ocasión en las imputaciones en contra de Óscar Montes de Oca, egresado de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Policías Federales asignados a la vigilancia en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México le adjudicaron al joven -de 20 años de edad- la propiedad de una maleta cargada con 20 kilogramos de cocaína que él aseguró no era suya.

Como se ha informado, Óscar viajó a Argentina para encontrarse con amigos que conoció durante un intercambio. De regreso, el vuelo desde Buenos Aires hizo escalas en Lima y Bogotá. La aerolínea: Avianca, de origen colombiano.

No es primera ocasión que personas procedentes de Sudamérica y en particular de Lima o Bogotá han sido detenidas con cargamentos de droga, pero con el inconveniente de que algunos de ellos no son los propietarios de los equipajes.

Está documentado que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es uno de los sitios clave de ingreso de narcóticos. Los llamados burros –que regularmente son hombres solos, señoras mayores que aparentemente viajan en grupo por placer o recientemente una modelo caen no sólo con maletas sino con bolsas que ingirieron, cargadas de droga.

Eso explica en parte la constante vigilancia de los agentes federales y las inspecciones rutinarias que hacen a pasajeros sospechosos.

Pero en el caso particular de los equipajes hay todo un tema, en especial si son ya varias situaciones que se han presentado –en similares condiciones- en que hay un cambio de maletas o adjudicación de otras a algunos pasajeros que –de manera confiada- las depositan en los mostradores de las aerolíneas.

Avianca es una línea que ha enfrentado varios hechos en que pasajeros o personal se han visto involucrados en el transporte de narcóticos. Pero en particular ha quedado claro que en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hay redes que operan. La balacera que se desató entre agentes de la Policía Federal en la terminal 2 fue sólo una muestra de los niveles de colusión que hay en el puerto aéreo de la capital del país.

Pero más allá de los hechos, sobre los cuales habrá de valorar el juez penal correspondiente y los elementos que aporten los fiscales para sostener la culpabilidad de Óscar –en especial sobre el denominado nexo causal- está la presión social que está surgiendo para demandar la liberación de Montes de Oca.

Está avanzando el hashtag #Oscaresinocente impulsado por estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de México, en paralelo a la viralización de un video con testimonios de jóvenes que respaldan la calidad moral del egresado de la UAEM. El propio rector de esa institución y el gobernador mexiquense han señalado que Óscar es un alumno de excelencia. Por tanto será apoyado jurídicamente con recursos del Gobierno del Estado de México.

Una presión similar permitió la liberación de una maestra que –de igual manera- fue acusada de ser propietaria de una maleta cargada de cocaína, también en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Tres cosas surgen de este tema: primero, que una vez más se privilegia la presunción de culpabilidad por encima del de inocencia; segundo que la flagrancia en que presuntamente cayó Óscar está ensombreciendo el factor de investigación para integrar y sostener en firme los elementos del cuerpo del delito (insisto, en particular el nexo causal para determinar el dolo); y tercero, que un nuevo hitazo de los federales no es suficiente para eludir que la terminal aérea ha sido –y seguirá siendo si no se profundiza en el asunto- uno de los lugares de tráfico de estupefacientes clave para los señores de la droga.

PostScriptum.- Intento de robo de una camioneta de valores a unas cuantas cuadras del Zócalo; el asesinato de una mujer en una taquería en la colonia Mixcoac y el multihomicidio de la colonia Narvarte están poniendo a más de uno nerviosos en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento. El tema es la percepción de inseguridad en la ciudad de México y de una delincuencia cada vez más violenta. Y aunque no fuera así, el resultado es perceptual.

@LuisAlbertoRodr