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“Por una cuestión de principios, he renunciado al comité del presidente”, tuiteó Bob Iger, el CEO de Disney, luego de la decisión de Donald Trump de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París. La de Iger no fue la única renuncia.

Lo mismo hizo Elon Musk, CEO de Tesla, por el mismo motivo. En febrero, el presidente de Uber, Travis Kalanick, ya había renunciado, en el contexto de la crisis que generó la orden ejecutiva para prohibir la entrada de turistas de países mayoritariamente musulmanes.

El comité al que se refieren fue anunciado el 2 de diciembre por Donald Trump. Seré el presidente más cercano a los hombres de negocios que Estados Unidos haya tenido nunca, dijo entonces. Con ese fin se creó un espacio de reuniones mensuales para tratar los asuntos más importantes de la agenda empresarial de Estados Unidos: eliminación de regulaciones; bajas de impuestos corporativos y búsqueda de soluciones para fomentar inversión manufacturera. Tres deserciones son poca cosa estadísticamente en un grupo donde participan alrededor de 40 personas, pero sería una tontería menospreciarlo: es un indicador de la tensión que hay entre los grandes ejecutivos y el presidente de Estados Unidos. Esta tensión es evidente en los mensajes que casi todos los CEO han emitido por redes sociales este fin de semana por la decisión de Trump sobre el Acuerdo de París. Es el segundo episodio. En los primeros días de la administración, ocurrió algo parecido en redes sociales, con la orden ejecutiva para prohibir la entrada de visitantes de algunos países musulmanes.

Se ha ido enfriando el romance entre Trump y los empresarios, dice un artículo publicado el fin de semana por Politico, una de las más confiables en la cobertura de Washington. Más allá de París y las visas, hay preocupación por el estancamiento que viven las iniciativas de Trump que cuentan con más respaldo entre la élite del empresariado estadounidense. El ejemplo más claro es la reforma fiscal. Otras cuestiones que producen inquietud son el tratado de Libre Comercio de América del Norte, las nuevas reglas para el sistema financiero y el plan de Salud que reemplazará el Obamacare.

Se han espaciado los desfiles de los titanes de los negocios por el Ala Oeste de la casa Blanca, dice Politico. Los CEO empiezan a mostrar reticencia a mostrarse públicamente como cercanos a Donald Trump. Esto es especialmente cierto para ejecutivos que presiden empresas públicas, “no saben cómo reaccionarán sus accionistas a las interacciones con un presidente cuya impopularidad crece”, explican Ben White y Annie Karni, en Politico.

La relación entre CEO y Trump está en su nivel más bajo, pero el diálogo se mantendrá. Esto lo confirma un artículo del New York Times donde varios empresarios explican que seguirán participando en los comités de Trump. Jamie Dimon, de Citibank, dijo: “Estoy en desacuerdo totalmente con el presidente en este punto (París), pero tenemos una responsabilidad de trabajar conjuntamente para producir políticas que mejoren la vida de las personas”.

El pragmatismo se impone. Casi nadie quiere perder el asiento en el comité y perder acceso a un presidente que es altamente influenciable por las voces de los billonarios a los que escucha.