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Las caídas de los índices S&P 500, Dow Jones y Nasdaq llevan a cuestionar si es un ajuste temporal, una corrección o una tendencia a la baja prolongada

Durante el recién concluido mes de octubre, los principales índices accionarios de Estados Unidos, que habían desafiado un ajuste en el resto de los mercados globales, retrocedieron de manera constante hasta borrar la totalidad de las ganancias acumuladas durante el año.

A pesar de la recuperación del día de ayer durante octubre los índices S&P 500, Dow Jones y Nasdaq registraron minusvalías de 5.5, 7.0 y 8.7%, respectivamente. Desde sus máximos históricos alcanzados entre septiembre y principios de octubre, el S&P, Dow Jones y Nasdaq han caído 7.4, 6.3 y 10%, respectivamente.

A pesar del rebote de ayer la velocidad y brutalidad con la que se ha dado el reciente ajuste han llevado a un creciente número de voces a cuestionarse si este episodio de debilidad es solamente un ajuste temporal, una corrección o si estamos ante el comienzo de una tendencia a la baja más prolongada que en el argot financiero se conoce como un bear market.

Desde el punto de vista técnico, una corrección se define como una disminución de 10%, mientras que un bear market ocurre cuando se presenta una disminución de 20% o más durante un periodo de al menos dos meses. Un bear market también se caracteriza por la propagación de un sentimiento de pesimismo desenfrenado que lleva a los inversionistas a vender sus acciones de manera indiscriminada y a deprimir aún más los precios.

Para entender si estamos ante un sano respiro en la racha alcista en los mercados o el comienzo de un bear market, vale la pena analizar los factores que propiciaron el ajuste de octubre.

Uno de los factores principales detrás del ajuste ha sido el incremento en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que amenaza con convertirse en una larga y costosa guerra comercial.

Hasta hace unos meses, los mercados accionarios estadounidenses parecían descontar un escenario de menor escalada y duración en las tensiones comerciales; sin embargo, la falta de avances en las negociaciones entre Estados Unidos y China ha obligado al mercado a considerar desenlaces menos afortunados. Asimismo, las empresas americanas que cotizan en bolsa han empezado a resentir el impacto de la guerra comercial en sus resultados y sus pronósticos de utilidades futuras.

Otro factor importante detrás del ajuste es el incremento en las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos y la percepción de que la Reserva Federal (Fed) tendrá que seguir subiendo las tasas de corto plazo en varias ocasiones para evitar presiones inflacionarias. Un coctel de pleno empleo, inflación dentro del rango objetivo, presiones en precios por los aranceles y un fuerte incremento en el déficit y endeudamiento público como resultado de los estímulos fiscales constituyen la receta ideal para que la Fed mantenga su trayectoria de normalización de tasas.

Finalmente, el mercado venía anticipando muy buenos reportes de utilidades de las empresas, impulsados por la reducción en las tasas impositivas y el robusto desempeño de la economía. Sin embargo, varias empresas han desilusionado al mercado al reportar incrementos menores a los esperados, además de dar una guía más conservadora de sus resultados futuros como consecuencia de la guerra comercial. Esta situación refuerza la expectativa de una desaceleración económica para el 2019 y los mercados han comenzado a incorporar un escenario menos optimista.

Una de las diferencias muy importantes del ajuste de octubre, con respecto a otros ajustes, es que la caída en los mercados accionarios fue acompañada de un retroceso fuerte en los mercados de renta fija estadounidenses. Esta situación ha llevado a los inversionistas a considerar una posición más defensiva al ver que podríamos estar más cerca del final del ciclo alcista, aunque la economía mantenga fundamentos robustos durante varios trimestres más.