Los contribuyentes cautivos tienen menos recursos que el año pasado. Cada vez que una tienda comercial y un grupo financiero se ponen de acuerdo para ofrecer a sus clientes la venta de productos a más de 12 pagos mensuales sin intereses, realmente se están dando un balazo en el pie. Porque los que compraron a … Continued
Los contribuyentes cautivos tienen menos recursos que el año pasado.
Cada vez que una tienda comercial y un grupo financiero se ponen de acuerdo para ofrecer a sus clientes la venta de productos a más de 12 pagos mensuales sin intereses, realmente se están dando un balazo en el pie.
Porque los que compraron a 18 o 24 meses sin intereses en el Buen Fin del año pasado no tendrán capacidad de poder comprar algo más en la edición de este año de esa promoción comercial.
Porque antes que los descuentos, los consumidores prefieren de manera mayoritaria la parcialización de los consumos, antes que los pagos de contado con precios más rebajados.
Los contribuyentes cautivos tienen menos recursos que el año pasado porque subieron los impuestos. Y eso que todavía no se dan cuenta del ramalazo que viene en abril del próximo año cuando se den cuenta que sus deducibles bajaron considerablemente y subirán los montos a pagar.
La mitad de los mexicanos, de acuerdo con una encuesta de Nielsen, considera que la reforma fiscal sí afectó su capacidad de compra y por lo tanto, el manejo de sus finanzas personales.
La economía informal tiene otra dinámica diferente y la ausencia de un ajuste en los impuestos al consumo mantiene el poder de compra de estos sectores prácticamente a salvo.
La misma firma reporta un gasto promedio para el Buen Fin que viene de no más de 3,500 pesos de 50% de los potenciales consumidores.
Algo que se ha pulido con la repetición de esta promoción anual es la calidad de los descuentos.
El Buen Fin es, ante todo, una estrategia que busca desatar las emociones de los consumidores. Se genera una sensación colectiva de que es el momento correcto para comprar, se alimenta con una enorme campaña publicitaria que atiborra los centros comerciales, lo que a su vez desata un sentimiento de escasez.
La economía conductual deja ver en la planeación y ejecución del Buen Fin sus avances como una disciplina que empuja a los consumidores a ejecutar sus deseos, algunos irracionales desde el punto de vista del sentido común.
Sin embargo, aun en la euforia, los consumidores han aprendido a diferenciar las ofertas de las trampas. Muchos de los comercios que en la primera edición ofrecieron descuentos falsos tuvieron bajas en sus ventas en los meses posteriores.
Desde que se instauró esta estratagema comercial la inflación de noviembre ha sido más alta, porque al final del día el aumento de la demanda hace su puntual trabajo en la economía y presiona los precios.
Con lo deprimido que anda el comercio cualquier opción que los saque del letargo habrá de ser positivo. Así que aunque no se anticipe el mejor resultado, como sea, será aire puro para el comercio formal de este país.
El Buen Fin, que marca de hecho el inicio de la mejor temporada para el comercio establecido, permitirá a este sector marcar mejores números en el último trimestre, lo que de paso podría ayudar a que la cifra del crecimiento del Producto Interno Bruto pudiera alcanzar algo cercano a 2.7 por ciento pronosticado por el gobierno federal.