Elecciones 2024
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Seguro que cuando Carlos Urzúa se levantó de su escritorio para decir “¡ya basta!” y renunciar, tenía frente a sí al menos dos alteros de papeles: uno con el diseño del Paquete Económico para el 2020 y otro con el borrador del Plan de Negocios de Petróleos Mexicanos.

Del paquete de la Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos que por ley el Poder Ejecutivo debe entregar al Congreso dentro de 60 días, seguro que lo que más debe angustiar a la Secretaría de Hacienda, hoy sin Urzúa, pero con Arturo Herrera, es que cuadren los criterios económicos.

No querrá el presidente López Obrador que su gobierno haga llegar una estimación de crecimiento del Producto Interno Bruto de 1% para el próximo año, cuando su promesa es 4 por ciento. Y peor cuando el presidente sí ve que es posible.

Seguro que desde la oficina presidencial quisieran presentar estimaciones de alta recaudación que justifiquen un alto gasto asistencialista y todo sin descomponer los equilibrios fiscales. Vamos, una alquimia que será difícil que los que sí saben del tema fiscal pudieran avalar.

Pero la otra bomba de tiempo y con mecha ya muy corta es el plan de negocios para la empresa petrolera más endeudada del mundo.

El agrónomo director de Pemex, Octavio Romero, hará sus contribuciones; la secretaria de Energía, Rocío Nahle, querrá que no le cambien una coma. Pero las cifras deben cuadrar en la Secretaría de Hacienda.

No inversiones conjuntas con la Iniciativa Privada, no priorizar el gasto en infraestructura extractiva, pero sí enormes recursos para la ampliamente reprobada refinería de Dos Bocas, y todo con la capacidad de convencer a los acreedores de que Pemex sí tiene viabilidad.

Y cuando en el documento aparezca el apartado donde detalle cómo se destinarían recursos fiscales para apoyar los planes de la petrolera, ya sea por transferencias o por ahorros tributarios, en los mercados pelarán los ojos para conocer cómo es que la hacienda pública pretende compensar los ingresos perdidos si no quieren tocar a los electores ni con el pétalo de una reforma fiscal.

Hay muchos motivos para justificar esa inolvidable expresión del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, cuando su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo presentaba en sociedad a través de las benditas redes sociales.

La expresión de preocupación y la mirada perdida encontrarían tan sólo en estos dos temas una justificación más que sobrada para el secretario y su equipo.

El deterioro de todos los indicadores de la economía, desde la creación de empleos formales y la actividad industrial hasta los semáforos de consumo, muestra que la desaceleración de la economía mexicana ha sido mucho más marcada de lo que se esperaba.

Y es un debate falso esperar a conocer en dos semanas si la economía estuvo técnicamente en recesión durante el primer semestre.

Hoy la economía se divide entre los que ya sintieron las consecuencias negativas y los que las van a sentir.

El debate real es sobre los motores que tiene esta economía mexicana para no mantenerse en el fondo del estancamiento y poder despegar, así sea para regresar a sus niveles de crecimiento inercial.

Por lo pronto, no le pidan una sonrisa al secretario de Hacienda durante las próximas semanas, porque en dos meses viene el Paquete Económico y se supone que esta semana debe llegar el tan prometido Plan de Negocios de Petróleos Mexicanos, ninguno de los dos con buenos augurios.