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Recordarán los lectores —si no lo recuerdan les refresco la memoria y si no lo saben se los hago saber— que en octubre del año pasado, prácticamente al comenzar la gestión de Ricardo Monreal como delegado de Cuauhtémoc, llegó a su oficina un hombre que no fue identificado y le entregó a su secretaria particular, Jazmín Yebra, un paquete que contenía dos corbatas y fajos de billetes que sumaron la cantidad de 1’579,500 pesos; el mensajero señaló que era para el flamante jefe delegacional. (Como las corbatas no hacían juego con el color de los billetes ni éstos con el color del traje de Monreal los recursos económicos fueron depositados en una cuenta bancaria de la delegación).

Antes de hacer el depósito en el banco, don Ricardo exhibió a la prensa los billetes, mientras algunos de sus colaboradores los contaban. De las corbatas ya no se supo nada.

Expertos en Derecho, como los abogados penalistas Moisés Terán Cano y Carlos Roberto Sánchez Vertti, indicaron que el delegado de Cuauhtémoc tendría que haber notificado los hechos al Ministerio Público para que se iniciara una investigación, se asegurara el dinero, se hiciera una inspección ocular y se interrogara a la secretaria particular y al propio doctor Monreal.

Ante estos cuestionamientos el mandamás de la Cuauhtémoc comentó: “Se tenía que contar el dinero —sobre todo delante de los medios para exhibir mi honradez—; si es necesario, doy parte a la Procuraduría General del DF —pero antes aseguré la lana para mi demarcación—, no lo había pensado”. Cosa que nadie le creyó debido a que don Ricardo, entre otras cosas, tiene una Maestría y un Doctorado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo. (Recuerdo haber leído en un libelo de la época que éstos estudios los realizó Monreal Ávila en paralelo con su desempeño como gobernador de Zacatecas (1998-2004). Todos sabemos que durante el zedillato y el foxiato los gobernadores de los estados se empoderaron de tal manera que adquirieron hasta el don de la ubicuidad).

Pero de regreso a octubre del 2015, el delegado Monreal, después de ingresar el dinero a la Tesorería etiquetado como recursos no identificados, explicó que en la demarcación que le tocó gobernar existe una práctica llamada “El niño” —cosa de nuestros usos y costumbres—. “El niño” es un envoltorio —como el que recibió su secretaria particular— con dinero en efectivo que es producto de extorsiones, cobro de piso y protección a la delincuencia organizada. Monreal manifestó enfáticamente que él no pensaba recibir ese dinero porque no pensaba ser “charolero ni corrupto”.

Cuando Marcelo Ebrard fue jefe de Gobierno de la hoy Ciudad de México (2006-2012), nombró en abril del 2007 director general del Instituto del Deporte del Distrito Federal a Pedro Pablo de Antuñano Padilla, que con anterioridad había tenido a su cargo la dirección del Instituto de la Juventud del Distrito Federal (2002-2005). Pedro Pablo, sociólogo, perredista identificado como gente de Ebrard, presentó su renuncia al cargo deportivo en junio del 2008 para dedicarse a coordinar, sin dejar el PRD, el Movimiento Progresista, un grupo de apoyo para la candidatura presidencial del Jefe de Gobierno del DF. Al no ser candidato, Ebrard envío a su amigo como un fuerte apoyo a la campaña de Monreal para la delegación a la que los conocedores llamaban íntimamente la del “Niño”.

Según mis fuentes, Marcelo ayudó con recursos a Monreal para llegar a la delegación Cuauhtémoc y pidió para Pedro Pablo un lugar entre los colaboradores de éste; de preferencia cerca del infante, dado que fue director del Instituto de la Juventud. Así fue como De Antuñano Padilla ocupó el cargo de director de Jurídico y Gobierno.

El 13 de septiembre Pedro Pablo festejó su cumpleaños con un fiestón al que asistieron 250 personas. Hubo toda clase de bebidas, bailarinas exóticas, batucada y el cumpleañero se vistió de charro. Como sucede con muchos funcionarios públicos a los que la suerte acompaña, la fiesta le salió gratis porque es amigo de los dueños del salón, de las chicas exóticas, de la batucada y tiene traje de charro. Algunos dicen que para tener buena suerte como la del festejado se necesita tener una pata de conejo. Yo digo que se necesita tener cuerpo y espíritu de rata.

Dos días después, probablemente olvidó la pata de conejo en algún lugar, porque al circular Pedro Pablo en su automóvil por Polanco, en Presidente Masaryk y Mariano Escobedo, había un “oportuno” punto de revisión a cargo de personal del Estado Mayor Policial que le marcó el alto. De Antuñano se identificó como funcionario, pero cuando los agentes revisaron su auto encontraron una caja de zapatos con 600 mil pesos en efectivo que lloraban como un niño.

Lo narrado sucedió el 16 de septiembre del 2016. Tome nota el lector de la fecha, no por lo que ya implica en la historia nacional, sino porque ese día comenzaron las hostilidades entre dos fuerzas —perredistas y morenos— para gobernar en el 2018 la Ciudad de México, a la que nuestros gobernantes quieren que llamemos CDMX. (Hay días que al ver el acrónimo pienso que si lo decimos al revés, como hacía Supermán con su enemigo Mxyzptlk, la ciudad va a desaparecer).