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Adiferencia del Ejército, al que ninguna confianza le tiene (para nada intervino en la frustrada captura con efectos de extradición de Ovidio Guzmán) y menos con el desenlace de su frágil acusación contra el ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, la DEA confía plenamente en la Marina Armada.

Por lo mismo y pese a las negaciones y dudas manifestadas desde el viernes, lo más probable es que su ríspida relación con la 4T la mantenga tersa, cordial y fluida con la institución que detuvo a Rafael Caro Quintero. Al querer minimizar la oscura relación con la DEA, el presidente López Obrador dijo un chiste que pocos entendimos y nadie celebró.

Comentó que, cuando mucho, la irritante agencia antidrogas estadunidense colabora proveyendo (no dijo si en calidad de donación o préstamo) artilugios de muy fácil accesibilidad en México porque pueden comprarse en almacenes como Liverpool o El Palacio de Hierro; en tiendas especializadas en electrónicos como RadioShack y similares; en supermercados como Walmart o Soriana y, por internet, en Amazon o Mercado Libre: ¡Drones! Al hablar de la captura de Caro Quintero por las fuerzas especiales de la Marina Armada, expresó: “En el caso de la participación de la DEA, como lo señaló el embajador de Estados Unidos, no tuvieron (sic) injerencia directa”.

La reportera Sara Pablo le planteó: —Cuando dice que no tuvo participación directa, ¿entonces en qué sí participó la DEA? Respuesta: “Es que a veces participan, tienen sistemas de información y hay cooperación. Eso está establecido, está escrito, cuando se requiere, pero últimamente no ha habido, no hay…, y estamos hablando de equipos, de drones, pues…”. Imposible imaginar que a tan ínfimo nivel se reduzca la intervención de la DEA en casos de alto impacto como los del crimen organizado que afecta a las dos naciones, independientemente de si sus agentes participaron o no de manera presencial en la captura del capo.

Si no actuaron físicamente (Ken Salazar dijo que “ningún personal” estuvo en la “operación táctica”), tanto la directora de la DEA, Anne Milgram, como después el procurador general de Estados Unidos, Merrick Garland, parecen decir todo lo contrario al insinuar que cuando menos hubo apoyo estratégico para la localización del capo. “Estamos profundamente agradecidos con las autoridades mexicanas por la captura y arresto de Rafael Caro Quintero.

El arresto de hoy es la culminación del trabajo incansable de la DEA y sus socios mexicanos para llevar a Caro Quintero ante la Justicia por sus presuntos delitos”, expresó Garland en un comunicado, luego de que Milgram, en una carta a sus agentes, se ufanara de que “el increíble equipo de la DEA en México trabajó en colaboración con las autoridades mexicanas”.

Misterio en el enigma: la Semar no niega ni afirma: solo asegura que “no hay evidencia” de la intervención de la DEA. Seguridad nacional, puede invocarse. Lo mismo que se arguye, por cierto, para burlar los amparos y seguir con el turístico Tren Maya…