Elecciones 2024
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Cuando el presidente López Obrador protestó el cargo ante el Congreso de la Unión el 1 de diciembre de 2018, pronunció las siguientes palabras:

“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”

No obstante, desde el inicio del 2023 los mexicanos hemos atestiguado cómo el presidente ha radicalizado sus posturas y dejado de mirar “en todo por el bien y prosperidad de la Unión”, para intentar personificar la frase atribuida a Luis XVI: “El Estado soy yo”.

Sin embargo, las cosas no le han salido al mandatario como esperaba. En enero se le escapó el control de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), luego que fracasara el intento de Yasmín Esquivel por llegar a la presidencia del máximo tribunal del país, al destaparse el asunto del plagió de su tesis de licenciatura.

Quien fue electa para presidir la SCJN fue la ministra Norma Lucía Piña, quien en los tres meses que lleva en el cargo ha defendido la autonomía del Poder Judicial, postura que no ha sido del agrado del inquilino de Palacio Nacional, quien ha enfilado contra ella toda la artillería gubernamental.

Los disparos que han tenido como origen Palacio Nacional ya tuvieron dos graves consecuencias. La primera fue la aparición en redes sociales de un meme en el que veladamente se amenaza de muerte a la ministra presidenta. En la imagen vertical dividida en dos se puede ver en la parte superior la figura de Piña Hernández con una leyenda que dice “el problema”, y en la parte inferior se puede observar una bala con la leyenda “la solución”.

La siguiente consecuencia fue la aparición en la puerta de la SCJN de una mujer, “disfrazada” de ministra, gritando insultos contra Piña Hernández.

Mi intención no es sugerir que el Gobierno Federal estuvo detrás de los ataques, lo que sí puedo decir sin temor a equivocarme es que el presidente no ha comprendido el enorme poder que tiene su voz. Todo se da al tiempo que el tribunal comienza a analizar las impugnaciones del llamado Plan B de la reforma electoral, que ya recibió dos reveses.

El primero fue la determinación del ministro Alberto Pérez Dayán de suspender la entrada en vigor de la primera parte de dicho plan en el Estado de México y Coahuila, entidades que tendrán elecciones para gobernador el presente año. El segundo fue la suspensión definitiva que se le concedió al secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE), Edmundo Jacobo, para que volviera a ocupar su cargo, ya que la nueva legislación electoral, que hay que recordar que ya está vigente, ordena su cese.

Ya que andamos en temas electorales, otro de los villanos favoritos en este 2023 es el INE, a quien califica como una institución que está contra el pueblo, debido a que a lo largo de su historia ha solapado fraudes electorales. Cuando un reportero le mencionó que desde que existe el INE se ha dado la alternancia en la Presidencia, respondió que él llegó al cargo no por el INE, sino a pesar del INE, descalificando con ello el trabajo de los trabajadores del instituto y de los miles de ciudadanos que cuentan los votos en cada proceso.

Aunque debo mencionar que en el pleito con INE se ha topado con la beligerancia del consejero presidente, Lorenzo Córdova y de Ciro Murayama, otro de los integrantes del consejo general, quienes el próximo 3 de abril dejarán sus cargos en medio de una ola de reproches y cuestionamientos por parte del oficialismo.

Pero dentro de todo lo que ha sucedido en estos primeros dos meses y medio de 2023 es el que tome como adversarios a los ciudadanos que no están de acuerdo con él. Ejemplos de ello son su reacción descalificando la concentración ciudadana “Mi voto no se toca”. Otra muestra de que ve a parte de la ciudadanía como su adversaria fueron sus calificativos contra la marcha feminista del pasado 8 de marzo. Lo que sí me pareció de risa loca es que justificara el blindaje de Palacio Nacional diciendo que las manifestantes lo querían tomar y quemar.

Por último, no puedo dejar de mencionar, el enfrentamiento que tuvo con la reportera Nayeli Roldán, quien lo cuestionó sobre el espionaje de la Sedena a civiles, donde el jefe del ejecutivo dejo ver su doble moral al decir que en su gobierno “no se espía, se hace inteligencia”. Y lo aderezó con la frase: “a mi no me van a imponer la agenda”, cuando la periodista sugirió que invitara al director del Centro Nacional de Inteligencia.

Sorpresa señor presidente, los mexicanos, los ciudadanos de a pie, sí podemos imponerle la agenda, porque somos parte de la unión, de esa unión a la que juró ver por su bienestar.

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