La Real Academia de la Lengua Española define la “posverdad” como la “distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”
Hace un par de meses escuché decir a uno de los participantes de una mesa de debate radial que el gobierno de la 4T estaba hundiendo a México en la era de la “posverdad”, un término que se escucha cada vez más entre quienes se dedican a analizar los fenómenos comunicativos.
La Real Academia de la Lengua Española define la “posverdad” como la “distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Una de las definiciones que más se utiliza en las investigaciones sobre el tema es la del filósofo estadounidense Lee McIntyre expone en su libro “Posverdad”: “La posverdad equivale a una forma de supremacía ideológica, a través de la cual sus practicantes intentan obligar a alguien a creer en algo, tanto si hay evidencia a favor de esa creencia como si no”.
Deseo amigo lector que me acompañe a reflexionar acerca de las dos definiciones del término y cómo las ha aplicado nuestro presidente (sí, porque, aunque no estemos de acuerdo con él, es el presidente) primero en su campaña y luego ya en el poder.
LA CAMPAÑA
La situación de México en 2018 era estable, pero no era la ideal. El presidente López Obrador supo, como dice la Real Academia, manipular la realidad y con base en ello construir un discurso que lo presentaba el salvador de la nación.
Frases como “Primero los pobres”; “Voy a vender el avión presidencial”; “No viviré en Los Pinos porque es muy lujoso” o “Vamos a iniciar la cuarta transformación de México” calaron hondo en la mente de los 30 millones de ciudadanos que le dieron su voto.
Sin embargo, las frases mencionadas en el párrafo anterior tienen su dosis de manipulación de la realidad. Veamos una por una:
“¿Primero los pobres?” Pongo signos de interrogación porque recientemente el mismo presidente López Obrador se encargó de echar por tierra esta que siempre fue una de sus banderas al declarar que el apoyo a los más desfavorecidos no es más que una estrategia política. Dicho de otra manera, lo que le interesa al mandatario es mantenerlos como clientes más que ayudarlos a salir adelante.
“Voy a vender el avión presidencial”. No voy a juzgar si el avión que adquirió el presidente Calderón (quien no lo usó) y comenzó a usar el presidente Peña Nieto es ostentoso o no, pero llegar a decir que este tipo de aeronaves no lo tienen ni los presidentes de Estados Unidos es una exageración, ya que los transportes aéreos de los mandatarios estadounidenses tienen incluso un microhospital perfectamente equipado.
“No viviré en Los Pinos porque es muy lujoso”. Quienes visitamos Los Pinos por motivos de trabajo podemos dar cuenta que más del 90 % de la entonces residencia oficial eran oficinas. El lugar donde habitaba el mandatario y su familia, propiamente dicho, no tenía ni más ni menos “lujos”, por decirlo de alguna manera, que las casas de otros presidentes latinoamericanos. Y bueno, López Obrador terminó habitando Palacio Nacional, un lugar más lujoso que Los Pinos.
“Vamos a iniciar la cuarta transformación de México”. Desde mi punto de vista el gobierno del presidente López Obrador no ha dado pasos para transformar al país hacia adelante, más bien hacia atrás. Su gobierno, como diría mi papá, ha sido un costal de buenas intenciones.
LA PRESIDENCIA
Una vez que llegó a la Presidencia, López Obrador dejó a un lado la definición de posverdad de la Real Academia de la Lengua para comenzar a usar la de McIntyre, que mencioné al principio de estas reflexiones, e instalarse en la supremacía ideológica e intentar obligarnos a creer en algo, dicho de otra manera, para obligarnos a creer en él.
Quizá las frases más emblemáticas de su discurso posverdad ya como presidente son “Yo tengo otros datos” y “No somos iguales”. Con la primera el presidente pretende desacreditar cualquier indicador que no esté acorde con sus objetivos, mientras que con la segunda López Obrador pretende evadir responsabilidades culpando a los gobiernos anteriores de todo lo malo que sucede en México.
Una nueva veta para el discurso posverdad del presidente y su gobierno es el reciente veredicto de culpabilidad contra Genaro García Luna, en Estados Unidos, por delitos relacionados con el narcotráfico. Ahora el discurso para asentar la superioridad ideológica del mandatario se centrará en “garcialunizar” a todo y a todos quienes no estén de acuerdo con el proyecto, ejemplo de lo anterior son los embates contra los asistentes a la concentración en defensa del INE y contra los ministros de la SCJN que serán quienes tendrán que decidir la constitucionalidad de su PLAN B en materia electoral.
Pero si el Presidente no recupera la cordura, la siguiente víctima de su discurso de posverdad, puede ser usted o yo.
EN EL TINTERO
En un video que posteo en sus redes sociales, la candidata de la coalición “Vamos por el Estado de México”, Alejandra del Moral, reveló que fue secuestrada por seis días en el 2002, hecho, que según narró, la motivó a entrar a la política.
La ministra de la SCJN, Yasmín Esquivel, sigue dando de qué hablar, este miércoles le fue concedida una suspensión definitiva en el proceso de investigación que sigue la UNAM en el caso de su tesis de licenciatura. ¡A dónde vamos a parar!
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