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Hace unos días, el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés) presentó la edición 2014-2015 de su reporte titulado “The Global Competitiveness Report”. El reporte evalúa el panorama competitivo de 144 países mediante el estudio de un conjunto de variables que son determinantes para impulsar o limitar la productividad y prosperidad de cada país.

El objetivo de la publicación es crear una plataforma de análisis y discusión entre los principales agentes económicos (gobiernos, empresas y sociedad civil), para el desarrollo de acciones que contribuyan a mejorar el bienestar económico.

El análisis del WEF se basa en 12 pilares de competitividad: 1) Fortaleza Institucional; 2) Infraestructura; 3) Entorno Macroeconómico; 4) Salud y Educación Primaria; 5) Educación Superior y Capacitación; 6) Eficiencia de Mercados de Bienes; 7) Eficiencia del Mercado Laboral; 8) Desarrollo de Mercado Financiero; 9) Preparación Tecnológica; 10) Tamaño de Mercado; 11) Sofisticación Empresarial; y 12) Innovación.

De acuerdo con el ranking del WEF, México ocupa el lugar 61 entre 144 países en términos de competitividad global, lo cual representa un retroceso con respecto al lugar 55 del reporte 2013-14 y del lugar 53, del 2012-13.

Dentro de los 12 pilares, México ocupa los últimos lugares en cinco áreas claves: Eficiencia del Mercado Laboral (lugar 121); Debilidad Institucional (lugar 102); Educación Superior y Capacitación (lugar 87); Eficiencia de Mercados de Bienes (lugar 86), y Preparación Tecnológica (lugar 79). Si nos enfocamos únicamente en las 20 economías emergentes de mayor tamaño, México ocupa apenas el lugar 12.

A pesar de la caída en el ranking, el reporte reconoce el gran esfuerzo en materia de reformas estructurales realizado durante el último año y los avances en materia de estabilidad macroeconómica, manejo de la deuda pública y apertura económica. Sin duda, el principal objetivo de las reformas es precisamente mejorar la competitividad y la eficiencia del funcionamiento de varios mercados, así como mejorar la infraestructura, la calidad de la educación y fortalecer a las instituciones. Sin embargo, la implementación de las reformas toma tiempo y en algunos casos enfrenta obstáculos importantes en la práctica, como es el caso de la reforma educativa.

El reporte clasifica a los países en tres etapas y cinco grupos, de acuerdo con su nivel de desarrollo. En el primer grupo están los 37 países de menor desarrollo, cuyas economías están en la etapa uno, denominada “impulsadas por factores”. En el segundo grupo se encuentran 16 países que están en transición hacia la etapa dos. En el tercer grupo están los 30 países de la etapa dos, donde las economías se encuentran principalmente impulsadas por eficiencia. En el cuarto grupo se encuentran 24 economías en transición a la etapa tres. En el grupo cinco se encuentran las 37 economías más competitivas, donde el principal impulsor del crecimiento es la innovación. México está clasificado en la etapa de transición para pasar de ser una economía impulsada por eficiencias a una economía impulsada por la innovación. Los únicos países emergentes en la etapa más competitiva son China, Taiwán y Corea del Sur.

La transición de México a esta etapa se ve mucho más cercana que hace un año gracias a las reformas. El ascenso de México en el ranking y, más importante, su capacidad de crecimiento económico y bienestar social, dependerán en gran medida de la agilidad y eficacia de la implementación de las reformas, así como de la capacidad de autocrítica del gobierno y la sociedad para mejorar algunas reformas, como la laboral y la fiscal.