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México y Canadá han actuado con rapidez para crear una agenda de acercamiento ambiciosa y realista.

México y Canadá acaban de concluir la reunión bilateral más productiva en la historia de la relación entre ambos países. Esto fue posible gracias a Donald Trump. ¿A Trump?, se preguntarán ustedes. Él es un enemigo de la integración de América del Norte, ¿cómo pudo haber contribuido al acercamiento entre México y Canadá?

Trump ha metido miedo en América del Norte y, a veces, el miedo opera maravillas. Una amenaza cómo la que plantea con su retórica anti-NAFTA ha obligado a los gobiernos de México y Canadá a actuar con rapidez para pasar de la retórica a la acción y crear una agenda de acercamiento ambiciosa y realista.

Walk the talk, se dice en inglés. En juego está el futuro de América del Norte. Puede ser una región cada vez más competitiva e integrada o volver a ser los que era antes del 
NAFTA. Un tríptico de países que no se veían como una región con un destino compartido.

En un contexto global muy complicado, la cumbre Trudeau-Peña fue un éxito. El símbolo de ella es la cancelación del requisito de visa por parte de Canadá para los viajeros mexicanos. Esta medida decretada por el anterior primer ministro Stephen 
Harper había generado una enorme molestia en México. Fue diseñada para poner freno a las peticiones de asilo y se convirtió en un muro entre dos países que no tienen historia de confrontaciones. Fue un éxito, porque redujo el número de solicitudes de sólo 8,000 en el 2009 a 321 en el 2012. Fue un fracaso en todo lo demás.

Más allá de la cancelación de la visa, podemos hablar de éxito en la bilateral por los otros acuerdos alcanzados y por el mensaje implícito en todos ellos: hay un interés en ambos países en avanzar en el intercambio, sin importar lo que suceda en Estados Unidos. El Tío Sam puede seguir deshojando la margarita con Trump, el NAFTA, la migración y todos los temas que quiera, pero Canadá y México pueden correr juntos sin necesidad de tutela. La fotografía de Trudeau y Peña en una carrera matutina es todo un símbolo. Allí no falta Obama… ni Trump.

Los acuerdos de la bilateral abarcan un amplio espectro de temas: medio ambiente, logística, energía, cultura, educación, ciencia y tecnología, entre otros. Fueron posibles por la amenaza de Trump, pero también por la voluntad de los dos gobiernos. Justin Trudeau apuesta por marcar una diferencia clara con respecto a Harper. Del lado mexicano se nota un interés renovado por Canadá, expresado entre otros por el subsecretario 
Paulo Carreño. Cuenta mucho que México ha hecho de la apertura comercial una política de Estado. Desde la firma del TLCAN,no ha habido un solo presidente que haya pretendido regresar al proteccionismo.

La relación de México con Canadá es mucho más importante de lo que muchos suponen, quizá porque ha faltado una narrativa que refleje todo lo que es. El comercio bilateral llegó a 37,800 millones de dólares en el 2015. Hay 2 millones de turistas canadienses que visitan México cada año, frente a 200,000 mexicanos y 21,000 trabajadores agrícolas. Las inversiones canadienses en México suman 25,000 millones de dólares, destacan en minería y aeroespacial, pero empezarán a notarse en Energía. Las de México en Canadá son menos de 2,000 millones, aunque la compra de Canada Bread por parte de Bimbo puede ser el comienzo de algo. México y Canadá están más cerca que nunca. Gracias, Mr. Trump.

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