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La economía mexicana muy probablemente concluya el 2020 con un crecimiento nulo o ligeramente negativo.

La cifra del 2019 es considerablemente inferior a 2.0% del 2018 y al consenso de expectativas a principios del 2019, que se ubicaba en 1.8% e inclusive por debajo de los estimados más pesimistas (incluyendo el nuestro), que rondaban 1 por ciento.

La economía mexicana enfrentó un entorno internacional incierto, caracterizado por una desaceleración global y una contracción del comercio internacional. Nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, tuvo una desaceleración en su economía de 3 a 2%, y aunque México podría haberse beneficiado como proveedor sustituto por la intensificación de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la incertidumbre generada por la falta de aprobación del T-MEC y la amenaza de aranceles adicionales por parte de la administración Trump a mediados de año tuvo consecuencias negativas.

Por si no bastara con la incertidumbre externa, el cambio de régimen en nuestro país trajo una serie de impactos negativos adicionales al crecimiento. Aunque la desaceleración es una característica común de los primeros años de gobierno y más cuando hay un cambio de partido en el poder, algunas decisiones de la nueva administración contribuyeron al estancamiento económico.

Por un lado, la inversión y el gasto público sufrieron un recorte sin precedentes. Por otro lado, la inversión privada tuvo una estrepitosa caída ante la incertidumbre generada por decisiones como la cancelación de las rondas petroleras, la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la disputa de los contratos de gasoductos entre CFE y empresas privadas y la parálisis de proyectos inmobiliarios debido a la revisión de permisos y licencias.

Después de un complicado 2019, el panorama para el 2020 pinta un poco mejor en términos de crecimiento. Por un lado, la economía global se ve un poco mejor en términos de crecimiento, mientras que la aprobación del T-MEC y la distensión de la disputa comercial entre EU y China generan un entorno más constructivo para el comercio internacional.

Por otro lado, aunque el gasto y la inversión pública seguirán contenidos, la comparación con el 2019 debe ser favorable con el inicio de algunos proyectos de infraestructura.

Por otra parte, el Banco de México muy probablemente recortará la tasa de interés de referencia en por lo menos 0.75% durante la primera mitad del año, para ubicarla en 6.50% hacia finales de año.

El consenso de expectativas apunta hacia una aceleración en el crecimiento de 0% en el 2019 a 1.1% en el 2020. Aunque el consenso se ubica en 1.1%, el rango de proyecciones va de 0.8 a 1.5 por ciento.

En todo caso, estos estimados son inferiores a las proyecciones base de 2% utilizados por la SHCP en los Criterios Generales de Política Económica. Aunque la nueva administración ha cumplido su compromiso con la estabilidad macroeconómica y financiera, las metas fiscales del 2020 están en riesgo si el crecimiento no alcanza los estimados optimistas del gobierno.

Dado que en el 2019 se utilizó más de la mitad del fondo de estabilización para cerrar la brecha fiscal, en el 2020 no habrá mucho espacio para echar mano de estos recursos.

Los riesgos principales del 2020 vienen en la forma de una disminución a la calificación crediticia de Pemex y de México lo cual podría provocar una salida de capitales de portafolio e inestabilidad en el tipo de cambio.