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El sector petrolero tendrá siempre un gran futuro.

Cuando a los inversionistas privados finalmente los invitaron a la fiesta del petróleo mexicano, este país ya llegaba tarde a la apertura.

Desde Estados Unidos se daba paso a una revolución energética en la que no estuvimos y que hoy ha cambiado la cara de ese mercado en el mundo.

Como sea, el sector petrolero tendrá siempre un gran futuro en el entendido de que es una materia prima altamente codiciada y por demás escasa en el mundo.

Porque quizá le hacemos el feo al petróleo en niveles de 50 dólares por barril, pero la mayor parte del siglo pasado el costo promedio de un barril de petróleo no superaba los 20 dólares.

La reforma energética mexicana tuvo un resultado envidiable, sus alcances superaron los sueños más salvajes de los tecnócratas de hueso colorado y se encontraron con una oposición infartada, incapaz de echar por delante sus dogmas sobre el proceso legislativo.

Sólo que cuando se sirvió el buffet de los más exquisitos platos petroleros nacionales, la invitación tenía un solo destinatario: Petróleos Mexicanos. En la famosa Ronda Cero se sirvió el faisán, el caviar y el champán y los invitados esperaban afuera, viendo a través de la ventana el gran festín particular.

Pemex y su arteriosclerosis presupuestal tendrá tiempo de gozar de esos mejores contratos petroleros, o de lo contrario los tendrá que devolver, pero por lo pronto lo políticamente correcto quedó hecho con esa Ronda Cero.

No significa que para los particulares hayan quedado las sobras, pero parte de lo más atractivo quedó reservado para la empresa productiva del Estado. Ya veremos cómo lo aprovecha.

Además en la Ronda Uno parece que el orden de presentación de los platillos del menú no fue el más lucidor. No porque la primera licitación de los hoy famosos 14 bloques no fueran atractivos, sino porque tal parece que no se tomaron en cuenta factores tan importantes como la materialidad de los proyectos.

Después del innegable fracaso de la Ronda 1.1 será necesario replantear en ojos de qué expertos se deja la viabilidad de lo que se pretende colocar.

Los que evalúan los bloques deben tener una perspectiva de hombres de negocio, de la parte compradora que arriesga su capital. Es indispensable cambiar ese enfoque.

Las cláusulas de rescisión de contrato a la autoridad le parecen adecuadas y a muchas empresas les espantan, ahí hay algo más que considerar.

Sobre todo para cuando llegue el momento de licitar los contratos de exploración en aguas profundas y de crudos extra pesados, ahí están los jugadores de grandes ligas y necesitarán llegar a un terreno donde la autoridad haya aprendido la experiencia que ahora acumula con sus rondas preliminares, porque son inversiones muy altas y muy arriesgadas.

Las licitaciones que vienen serán más lucidoras, porque se van a colocar bloques ya en producción. La Ronda 1.2 habrá de brillar con los nombres de las grandes petroleras y la Ronda 1.3 será de un gran uso político por la presencia de las firmas petroleras mexicanas que iniciarán sus pininos en este negocio en campos de producción pequeños.

Lo visto hasta hoy no es tan malo porque no se malbarató nada, se probó el mecanismo de transparencia sin queja alguna, se detectó la falla en la calificación de la materialidad de los proyectos y se inició con la botana petrolera, con miras a los platos fuertes de las aguas profundas.