Por ese estado de gracia que hace recordar melodías de la nada, me escuché tarareando Mariposas, quizá la canción más hermosa de Silvio Rodríguez, quien la compuso en 1977, aquí, un anochecer en que vio una navecita blanca sobre la pirámide de la Luna
Todos tenemos la banda sonora de nuestras vidas. Lo sé, otra vez, viendo una foto del sábado: estoy de cumpleaños en lo alto de Teotihuacán, con una miríada de mariposas en la cabeza. Y recordé, como en la canción, que he vuelto a ser aquel cantar del aguacero.
Por ese estado de gracia que hace recordar melodías de la nada, me escuché tarareando Mariposas, quizá la canción más hermosa de Silvio Rodríguez, quien la compuso en 1977, aquí, un anochecer en que vio una navecita blanca sobre la pirámide de la Luna.
Ay, mariposa, tú eres el alma
de los guerreros que aman y cantan
Y eres el nuevo ser que se asoma por mi garganta
Se inspiró en la mariposa, porque en la cultura náhuatl representa el alma de los guerreros muertos, reencarnados en la preciosura de sus alas, para alegrar la vida de aquellos a quienes habían amado.
Y se emocionó en el Palacio Quetzal-mariposa, el más esplendoroso de Teotihuacán, punteado de tallas de aves de obsidiana con una mariposa en el pecho.
Y tú apareces en mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas
Yo ni respiro para que duermas
y no te vayas
Sin embargo, Silvio no la grabó (dura 7:34 minutos) hasta 1999, en el disco Mariposas, con el guitarrista Rey Guerra. Es una canción que también canta Soledad Bravo, con arreglo del orquestador histórico de Joan Manuel Serrat, Ricardo Miralles.
Que maneras más curiosas
de recordar tiene uno
Que maneras más curiosas
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas silenciosas
Sí: todos tenemos el Soundtrack de nuestras vidas, pero su significado encuentra con los años nuevos meandros del alma. Hoy, para mí, Mariposas es una canción de lejanía, de la nostalgia que trae briznas de amores, de amigos y de tiempos perdidos.
Es, hoy, sobre todas las cosas, una canción del desabrigo (“con una especie de altivez, de abandono y de tristeza”), en el tono de Estrella 555, un notable poema de Raúl Rivero, que aparece en Herejías elegidas, Editorial Betania, 2003:
Estoy mirando esta ciudad
como si sus ruinas y sus escombros
no hubieran derrumbado también
sueños y amores míos
como si el polvo negro que la sepulta
no fuera tierra de mi tumba provisional
Pienso en ello mientras veo, en la pantalla, mi foto del sábado en lo alto de la pirámide, con un batir de alas sobre la cabeza. Y recordé, como en Mariposas, que así eras tú en aquellas tardes divertidas, en que todo lo que tocabas se hacía primavera…
Aquella época embellecida por las canciones de Silvio. Un tiempo en que no sabíamos que después del mar había otro mundo.
Y un agua probable