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El pasado lunes en el periódico El Universal Margarita Zavala escribió una columna con un encabezado que resultó un frustrado vaticinio: “El (inminente) triunfo de Hillary”, se tituló. En el cuerpo del texto la ex Primera Dama de México se solidarizó con la ex Primera Dama de Estados Unidos y, a la vez, trazó de manera contextual, una similitud entre la campaña rumbo a la presidencia de Hillary y la que ella anhela para sí. Transcribo (y comento):

“A menos que ocurra una catástrofe (ocurrió), mañana Estados Unidos hará historia y elegirá a Hillary Clinton como su 45a (sic) presidente”. (Si alguien ajeno a la historia estadounidense leyera el enunciado de la señora Zavala, pensaría —por la feminización del ordinal 45— que en eso estriba el hecho histórico de la elección de la señora Clinton, ella sería la mujer cuadragésima quinta en ocupar la presidencia de Estados Unidos. Aquí lo histórico es que hubiera sido —de no haberse topado con el terremoto llamado Donald Trump— la primera mujer presidente del precitado país. ¿Por qué no escribirlo así? Esa era la nota y no el orden de sucesión que ocuparía). Bueno ya, me reproché a mí mismo, y me dije: el respeto a la sintaxis ajena es la paz; molesto con mi persona, me regañé: A menudo te sucede que el tiempo se te echa encima y como no se te ocurren buenas ideas que escribir, te pones a criticar textos ajenos para llenar el espacio de tu colaboración. Tampoco, tampoco—entró a la plática un tercero que viene siendo el otro yo de mi otro yo, quien en tono conciliador puso punto final a la inútil discusión—.

Continuaré con la transcripción del fallido pronóstico de doña Margarita: “Desde el 20 de enero del 2017 una mujer dirigirá el destino de la mayor superpotencia militar y económica del mundo, lo que significa un avance en la igualdad de la mujer en política, no sólo en ese país, sino a escala global”. (Aquí es donde la autora lleva agua para su molino. Implícitamente expresa que el suceso originado en USA puede replicarse en otros países, probablemente en el nuestro. ¿Qué mejor interlocutora para una presidente mujer que otra presidente mujer?).

A continuación, la mexicana reconoce los merecimientos de la gringa y, me imagino, se mira en el mismo espejo: “Más allá de los resultados de mañana, el mérito de Hillary es enorme. De entrada, fue una campaña interna difícil”, (al escribir lo anterior pasaron por la mente de la redactora los fantasmas del chamaco queretano, Ricardo Anaya, usando los anuncios del PAN para promocionar su persona; así como el del apodado “góber bala”, el poblano Rafael Moreno Valle, impulsando su imagen, en todo el país, como “el nuevo presidenciable”, a través de anuncios espectaculares de la revista Líderes).

Líneas abajo del mismo párrafo, la autora del artículo aludido toca un tema que ella ha comprobado familiarmente que “haiga sido como haiga sido” rindió resultados favorables. Al referirse a la campaña electoral externa —“tóxica y divisiva del demagogo Donald Trump”— a la que se enfrentó Hillary, concluye: “En efecto, el discurso del odio es un discurso que vende bien, que es fácil de decir, que resulta un atajo intelectual pero que no deja de ser un discurso de desprecio sobre el que nada se puede construir”. (Remember 2006).

Y ya entrado en el terreno conyugal, transcribiré un párrafo más en el que considero que la autora del texto se proyecta y advierte algo que le puede suceder en caso de contender en la elección presidencial del 2018: “La misoginia contra Hillary estuvo presente a lo largo de toda la campaña. Trump no criticaba las ideas, sino su condición de mujer. Los ataques estaban dirigidos a denigrar a su contendiente, usando muchas veces como arma las acciones de su esposo, el expresidente Bill Clinton”.

No sé si los lectores coincidan con la percepción de este escribidor que considera que la derrota de Hillary Clinton dañó a la señora Zavala de Calderón en sus ambiciones electorales para el 2018.

¡Lástima, Margarita!

El verdadero poder
Para aquellos que piensan que con Donald Trump a México le va a ir peor que con los presidentes estadounidenses anteriores o que con la señora Clinton, me gustaría ponerlos en contacto con el pensamiento de Huey Long, gobernador de Luisiana y senador en los años 30, de quien su biógrafo Thomas Harry Williams, escribió: “A Long lo movían sin duda las preocupaciones éticas: hablaba con pasión de las desigualdades de su tiempo (…) Criticó el sistema político de su nación en términos que no han perdido su vigencia: “Tienen un grupo de republicanos en un lado y un grupo de demócratas en el otro encargados de servir las mesas; pero da igual cuál traiga los platos: toda la comida legislativa se prepara en los mismos fogones de Wall Street”.

Aviso oportuno

Político desempleado ofrece sus servicios como vidente electoral. Pronósticos ciento por ciento efectivos. Informes en la puerta de servicio de Los Pinos. Preguntar por Luis Videgaray.