En su diatriba, Barr, descalificó al presidente de México, al sistema de justicia de nuestro país y a la clase política mexicana
Con la soberbia que los caracteriza, sintiéndose dueños de la verdad absoluta y policías del mundo, sin la menor autocrítica, dos congresistas republicanos estadounidenses, Mike Waltz (de Florida) y Dan Crenshaw (de Texas), presentaron el 12 de enero del presente año, una resolución para autorizar operaciones militares contra varios cárteles de las drogas mexicanos a los que calificaron de terroristas. Dicho sin ambages lo que los congresistas gringos desean es tener una justificación para ingresar tropas norteamericanos al territorio nacional, como lo han hecho durante su historia en muchos países, violando las soberanías convirtiéndose hipócritamente en los buenos de la película.
Esta vez el pretexto que aducen es que los cárteles mexicanos de las drogas —a la que sus connacionales son tan afectos— han superado las fuerzas de nuestro gobierno y por ello se ha vuelto fácil para éstos atravesar la frontera norte —por lo visto del lado sur no hay nadie— con sus nefastos productos que a los estadounidenses les fascinan. No por nada cada año mueren alrededor de 80,000 gringos, entre los 18 y los 45 años de edad, por el uso inmoderado de las drogas.
Conforme avanza el año, la resolución de los congresistas republicanos, gana apoyo dentro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Inclusive ha habido medios de comunicación que de manera insustancial e irresponsable hablan sobre el posible envío de tropas a México para destruir a los narcotraficantes; pasando por alto, el tráfico de armas de Estados Unidos a México que es el que les ha dado capacidad bélica a los cárteles; el lavado de dinero en su propio país; así como el tráfico y la distribución de las drogas en territorio estadounidense. Además de contar con una sociedad enferma, producto, entre otras cosas, de las guerras que a cada generación le toca enfrentar, a lo que habrá que sumar la ausencia de paliativos sociales al alcance de cualquier adicto y una adecuada educación para evitar el consumo exorbitante.
William P. Barr, quien fuera fiscal general de Estados Unidos, durante casi dos años del gobierno de Donald Trump, compara a los narcotraficantes mexicanos con el ISIS (Estado Islámico), y piensa que para aniquilarlos se necesita utilizar la fuerza del Ejército estadounidense y no las agencias como la DEA o el FBI ni la policía mexicana o la Guardia Nacional, las que quedarían en calidad de comparsas.
En su diatriba, Barr, descalificó al presidente de México, al sistema de justicia de nuestro país y a la clase política mexicana. Se pregunta: “¿Qué se necesita para derrotar a los cárteles mexicanos? En primer lugar, un esfuerzo estadounidense mucho más agresivo dentro de México que nunca antes. Incluida una importante presencia de las fuerzas del orden y de inteligencia de Estados Unidos, así como capacidades militares selectas”.
En su histérico ataque con olor a intervencionismo, Barr, añadió: “óptimamente, el gobierno mexicano apoyará y participará en este esfuerzo, y es probable que lo haga una vez que entiendan que Estados Unidos está comprometido a hacer lo que sea necesario para paralizar los cárteles, ya sea que el gobierno mexicano participe o no”.
Los mexicanos sabemos de la ominosa existencia del crimen organizado; vivimos en carne propia la atrocidad de los cárteles; estamos consientes de la corrupción que nos corroe, de la precariedad de nuestras instituciones; pero también sabemos que la soberanía de nuestra nación no se viola por “quítame esas pajas”. Y ya que estamos en el refranero podemos decir que el “buen juez por su casa empieza”; “candil de la calle y oscuridad en su casa”; y que hay quien “ve la paja en el ojo ajeno y jamás la viga en el propio”.
Punto final
Ironías de la vida: A los 22 te piden cinco años de experiencia, a los 50 estás viejo para un empleo y a los 65 eres joven para pensionarte.