El peronismo es un gobierno violín, porque sube al poder gracias a la izquierda, pero toca con la derecha
Alentada por el desengaño que siente frente a la realidad económica y política, con la que está descontenta desde hace mucho tiempo. Incitada por el declive económico del país y la escandalosa corrupción. Apremiada por la necesidad de un cambio, aun sin saber a ciencia cierta en qué consiste éste; el pasado domingo la ciudadanía argentina votó en segunda vuelta por un nuevo presidente de la República. El 76% del padrón electoral acudió a las urnas. El triunfo, con el 56% de votos fue para el estrambótico ultraderechista Javier Milei. El 44% restante votó por el actual ministro de Economía, Sergio Massa, de centro izquierda. (Un paréntesis para emitir una opinión personal: en política como en geometría, el centro es un punto equidistante de los extremos. Luego no se puede ser de centroizquierda ni de centroderecha. Estos dos términos geométricos-políticos se han usado para indicar a la izquierda y derecha moderadas. Hecha esta aclaración particular regreso al cono sur de nuestro continente).
Para muchos votantes argentinos (as) Milei supone un rompimiento con el peronismo, el movimiento político más importante del país, que ha gobernado durante diferentes etapas y que en 16, de los últimos 20 años, ha llevado al país de la bonanza a la ruina. El peronismo es un gobierno violín, porque sube al poder gracias a la izquierda, pero toca con la derecha.
Javier Milei es un economista de 53 años, nacido en Buenos Aires, líder del partido político “La Libertad Avanza”, definido internacionalmente como populista de derecha o ultraderechista. De abundante, enmarañada y negra cabellera, con patillas que le cubren parte de las mejillas. Ha incursionado en programas de radio y televisión, caracterizándose por su insultante comportamiento, postulando sus argumentos con agresividad y descalificando a sus oponentes.
Con lo dicho anteriormente, las lectoras y los lectores encontrarán en el político bonaerense una versión, más joven, con diferente estructura capilar de distinta tonalidad, pero con similar extravagancia al acicalarla a la que luce el empresario neoyorquino, por lo que me voy a permitir llamarlo el Donald Trump de las pampas. No únicamente por esa razón, sino por la similitud de conceptos sociopolíticos: Ha prometido recortar el gasto público al 15% del PIB; pretende reemplazar la moneda nacional por el dólar estadounidense; considera aliadas a las naciones que combaten al socialismo como lo hacen Estados Unidos e Israel; considera que el consenso científico sobre el cambio climático es una artimaña socialista. Además, se opone al aborto inclusive en casos de abuso sexual; apoya la libre portación de armas; y ha atacado con dureza a sus críticos y a los medios noticiosos contrarios a su ideología. Tal vez en lo único que difiera su pensamiento al de Trump es que Milei, quizá sólo en su discurso de campaña, está a favor de la migración abierta y a la despenalización de las drogas.
Javier Milei se presentaba en sus mítines de campaña con una motosierra encendida que agitaba a diestra y siniestra para simbolizar los profundos recortes que pretende realizar en el gobierno; bajar impuestos y privatizar industrias estatales. Del Estado ha dicho que es un “pedófilo en un jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados de vaselina”.
Al saber de su victoria, la felicitación de Trump no se hizo esperar: “Estoy muy orgulloso de ti —le dijo a su aventajado alumno. Le darás la vuelta a tu país y harás que Argentina vuelva a ser grande verdad”.
Pero mientras las campanas de la derecha mundial tocan a gloria, los analistas aguafiestas, afirman que Milei no tiene el apoyo político para hacer cambios tan radicales, si se considera que su partido “La Libertad Avanza” sólo tiene 7 de los 72 senadores y 38 de los 257 diputados.
El tema da para más. ¿Cómo repercutirá en México este triunfo de la derecha argentina?
Punto final
Solicito un doble para las escenas de levantarme temprano.