Aunque, aparentemente, el adelanto de Marcelo, no ha mellado la tersura al interior de Morena como institución partidista, leyendo entre líneas si existe cierto escozor entre los seguidores de las otras corcholatas, en especial entre los partidarios de Claudia que son la facción más radical del movimiento
A partir de las seis de la tarde del pasado martes, la vida política de nuestro país se conmocionó a partir de que el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, anunció en conferencia de prensa, rodeado de colaboradores y simpatizantes, su renuncia al cargo a partir del próximo lunes 12 del presente, para dedicarse a las faenas de aspirante a la candidatura de Morena, rumbo a la gran elección del 2024.
Aunque, aparentemente, el adelanto de Marcelo, no ha mellado la tersura al interior de Morena como institución partidista, leyendo entre líneas si existe cierto escozor entre los seguidores de las otras corcholatas, en especial entre los partidarios de Claudia que son la facción más radical del movimiento.
Desde la semana pasada, Marcelo anunció que al otro día de los comicios en Coahuila y en el Estado de México, daría una noticia sobre su posición partidista de cara al nombramiento del abanderado de Morena rumbo al 2024. Sin embargo, la dirigencia le pidió posponer la revelación porque ese día habría una reunión-cena convocada por el presidente López Obrador en el restaurante El Mayor, a unos pasos de Palacio Nacional; a la velada asistieron, la virtual gobernadora de Edomex., dirigentes del partido en el poder, 22 gobernadores del guinda y cuatro de las corcholatas, incluyendo, por supuesto, a Marcelo.
Al día siguiente, en la conferencia mañanera, al ser inquirido sobre el objetivo del convite el mandatario manifestó: “Nos reunimos para felicitar a la maestra Delfina, entre todos (sic). Estábamos muy contentos con ella presente. Y nos reunimos también para mantener la unidad, que no haya divisiones. Vamos muy bien, estamos bien y de buenas. Pero pues ya no puedo hablar más sobre el tema”. Aunque fiel a su divisa de “mi pecho no es bodega”, informó que cada uno de los comensales pagó su cena., reiteró el compromiso de mantenerse unidos. Y habló sobre su acuerdo de no participar en el proceso para designar candidato inclinando la balanza a favor de nadie; “nada de tapados, nada de dedazo, nada de destapes, nada de imposición”.
Al glosar lo suscitado por Ebrard, algunos comentaristas de la prensa nacional el día de ayer, citaron lo publicado el martes por el reportero Elías Camhaji, en el diario español El País, respecto a que fuentes de la Cancillería le confirmaron “que el presidente había pedido a los aspirantes a la presidencia que renunciaran como condición para participar en la encuesta interna de Morena”. Respecto a tal afirmación AMLO, oficialmente, no ha dicho nada. El próximo domingo será el Consejo Nacional de Morena donde se determinarán las reglas del juego —metodología, plazos, encuestas y preguntas— sobre la sucesión.
Hasta ahora lo único que puede decirse es que Marcelo se adelantó a los tiempos, cosa que no sabemos como haya caído en el ánimo del inquilino del Palacio Nacional que aunque lo niegue reiteradamente, en una u otra forma, va a ser factor en la decisión final de la sucesión.
Por lo demás el amplio kilometraje de Marcelo en la política nacional se notó cuando al anunciar su renuncia expresó: “Quiero agradecer muy especialmente al presidente López Obrador su respaldo, su confianza, su generosidad, su orientación y su cercanía en todos estos años, y así seguiremos los años por venir”.
Viene a mi memoria lo dicho por López Obrador el pasado 18 de marzo acerca de que Lázaro Cárdenas se equivocó al elegir como sucesor al moderado Manuel Ávila Camacho y no al radical Francisco J. Múgica, incógnita histórica que al no poderse comprobar es una mera especulación del presidente. Quiero pensar que, sin un Andreu Almazán en contra, al interior de Morena, hay dos grupos, el de los moderados que apoya a Ebrard y el de los radicales que está con Claudia. Falta saber si AMLO sigue pensando que don Lázaro se equivocó. Si bien, son otros los tiempos, los escenarios son casi idénticos.