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El incendio de la Alhóndiga de Granaditas provocado por el Pípila, el 28 de septiembre de 1810 en la ciudad de Guanajuato, es diversión de niños jugando a los bomberos comparado con el fuego de la violencia que hoy devasta al estado del mismo nombre a consecuencia del accionar desenfrenado del crimen organizado ante la incompetencia de las autoridades panistas encabezadas por el gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, el secretario de Seguridad Pública Alvar Cabeza de Vaca, y el fiscal estatal Carlos Zamarripa Aguirre, quien lleva 14 años en el cargo, tiempo en el que la delincuencia ha crecido de manera exponencial hasta llegar a imponer el triste récord de ser la entidad más violenta del país.

Carlos Zamarripa, fue designado fiscal General del Estado en febrero del 2019, al suceder el cambio de la antigua Procuraduría a la actual Fiscalía, con autonomía constitucional que mandata que su encomienda termine en 2028; lo que significa que, de ser así, estará en el puesto 19 años, marca que nadie posee en la República y que habrá permanecido en ese puesto durante tres sexenios y un interinato de administraciones gubernamentales. Más aún, según la Ley Orgánica de la Fiscalía, Zamarripa, aclamado y apoyado por las legislaturas estatales de mayoría blanquiazul, al termino de su encargo, todavía, tendrá 3 años más de seguridad física a cargo del Estado.

Catorce años en un cargo sin rendir resultados positivos, sino que, por el contrario, en ese lapso se ha incrementado el crimen organizado, son síntomas de que Zamarripa, padece el síndrome de Calderón: o es cómplice de lo que dice combatir o es un tonto de capirote en cuyas narices los delincuentes actúan como Pedro por su casa. (Según el escritor español Miguel de Unamuno –no confundir con el otro Miguel de Cervantes Saavedra que era de una mano— la expresión tonto de capirote que aquí utilicé eufemísticamente para no escribir pendejo, significa, “el que con un capirote o bonete puntiagudo —como el pico de una piñata en forma de estrella, digo yo— hace de tonto en las fiestas. Es un tonto de alquiler y casi oficial”).

Es escandaloso lo que sucede en el entrañable estado del Bajío, gobernado los últimos 32 años por el panismo, se ha prohijado la lucha territorial entre cárteles del narcotráfico y del huachicoleo; se han descubierto decenas de fosas clandestinas; hay cientos de personas desaparecidas; se han cometido miles de homicidios dolosos en las principales ciudades de la entidad como son León, Irapuato y Celaya; en esta última, el pasado 7 de marzo se dio el caso de 6 mujeres que fueron contratadas para un evento, cinco de ellas fueron asesinadas; además entre el 2022 y lo que va del 2023 se han producido nueve masacres en bares y centros nocturnos con el resultado de 76 muertos.

Con lo anterior, y más, como material combustible la mecha que provocó que hoy la cuna de la Independencia, arda en llamas, fue lo sucedido el pasado sábado en la población de Cortazar, donde 20 sicarios invadieron el Balneario la Palma y asesinaron a siete personas de una misma familia, además dejaron un herido grave; entre los asesinados: un niño de siete años.

Pero nadie se atreva a pedir la renuncia del fiscal Zamarripa, del secretario de seguridad Cabeza de Vaca y, mucho menos, la del gobernador Rodríguez Vallejo, éste, a su regreso de Aguascalientes donde el domingo fue invitado de honor a la inauguración de la Feria de San Marcos, dijo una gran mentira: que la masacre de Cortazar es una más de “las series de venganzas que se dan entre grupos delincuenciales desde hace tiempo en todo el resto del país”; en una clara paráfrasis del refrán que dice: Mal de muchos consuelo de tontos de capirote.

Punto final

– ¿Tu esposa es celosa?- Wey, con decirte que quería salir conmigo en la foto del INE.