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Hay quien podría decir que Canadá no tiene vela en el entierro, o si se prefiere, tortillas en el comal, pero lo cierto es que el gobierno de Quebec se suma a la disputa por el maíz biotecnológico del lado de Estados Unidos para cerrar una puerta ideológica que afecte otros productos.

Está en marcha el establecimiento de un panel de solución de controversias en el marco del acuerdo comercial México, Estados Unidos y Canadá, el que conocemos como T-MEC, para determinar si México tiene razón o no en prohibir la futura importación de maíz modificado genéticamente.

Por supuesto que las dos partes, ahora tres, creen que tienen la razón en este diferendo.

Por el lado mexicano el argumento es que las regulaciones de importación de maíz amarillo transgénico son consistentes con lo que México firmó en el T-MEC y que, una vez que se modificó el decreto original de López Obrador sobre la importación de estos granos, no hay afectaciones comerciales.

Estados Unidos, y ahora Canadá, usan el argumento de la afectación futura que habrá una vez que el decreto presidencial ponga barreras a la importación de este tipo de cultivos biotecnológicos en apenas cuatro meses.

Pero, sobre todo, el argumento de los países del norte es que México no cumple con sus obligaciones científicas y de análisis de riesgo suscritas por los tres socios en el capítulo de medidas sanitarias y fitosanitarias del T-MEC.

La tesis de los socios comerciales se resume en presumir que en la determinación mexicana de impedir esos cultivos no hay ciencia. Y la realidad es que no la hay, no existen estudios contundentes que sustenten los argumentos de ese grupo dogmático que le habla tan cerca al Presidente.

Los argumentos de los ministros canadienses de comercio internacional de Canadá, Mary Ng, y de Agricultura, Lawrence McAulay, van más allá del producto modificado genéticamente, tienen que ver con la facilidad con la que, sin bases de ciencia y con simples creencias, se pueda poner en riesgo el libre comercio norteamericano. Mañana, cualquier otra creencia puede cerrar la puerta a algo más.

El panel de expertos es independiente y su resolución es incontrovertible, y claramente el gobierno mexicano tiene las mayores posibilidades de perder porque sus argumentos ya fueron derrotados hace años en otros conflictos similares.

En la Organización Mundial de Comercio (OMC) Estados Unidos ganó a la Unión Europea un diferendo similar.

Esto, además de ser un antecedente, abre otro frente de posible conflicto para el gobierno mexicano.

La prohibición de importaciones de maíz biotecnológico alcanza a otros países que no miembros del T-MEC, pero sí integrantes de la OMC, que lo único que tendrían que hacer es pedir que se recurra al archivo de los casos perdidos en la materia para que se obligue a México a cambiar su decreto o bien a sufrir las consecuencias.

La única pregunta que queda es si no habrá realmente la intención gubernamental de generar un pleito externo que cumpla con los manuales de propaganda de tener un “enemigo externo” del cual defender algo tan emblemático como el maíz y en pleno año electoral.